sábado, 13 de junio de 2015

* Pensando en voz alta *

***Hermoso Sábado para todos.

Saben que estoy conectado en modo limitado así que, no imágenes para acompañar éste hilo.
El Sol tranquilo, eventos menores de clase C desde la mancha que está saliendo de nuestra vista, al Norte cerca de dar la vuelta. Neutrones que bajan y suben de acuerdo a las oleadas de viento solar que los frena un poco, sismos por el momento dentro de rangos normales.

Así que aprovecho la ocasión para hacer algunas reflexiones que guardo siempre, esas que no publico y dejo decantar hasta que la oportunidad me parezca ideal.
Antes decirles que celebro el reintegro del querido lector y amigo *eleritzo*, Zito entre amigos, porque estaba preocupado ya que no encontraba rastros de actividad de él, y por suerte me encuentro con que ha regresado y está bien, y eso es lo importante.
También recomendarles como siempre, el sitio de mis amigos el Foro Nuevos Tiempos y la sección comentarios del blog amigo Agora Libre, del cual destaco ésta vez, las palabras del comentarista *roverdos*.

No podemos estar en todas partes, ni tocar todos los instrumentos, ni patear el tiro de esquina e ir a cabecear.
Con suerte y destreza el baterista mueve piernas y brazos de manera coordinada pero independiente a la vez, sin embargo toda la energía que despliega está destinada a sacarle provecho a un solo instrumento que consta de muchas partes como es la batería.
Si una de las piernas o brazos falla, resulta en una desarmonía, una desafinación, y el baterista quiere y necesita que todo funcione a la perfección, él ama a ese instrumento y le pone lo mejor de sí mismo, la vida como una batería, necesita que concentremos nuestra energía en la parte que más la necesita.

El baterista ya no tocará entonces hasta que resuelva depurar esa parte tan necesaria para que el todo funcione, pero la batería no luce sola...
La batería forma parte de un elenco mucho más grande..., la orquesta.
El baterista entiende que no sólo ama a su instrumento, ama también a los otros instrumentos y a quienes los ejecutan.
De ésta forma un proceso se debió cumplir.
Para ser feliz en la armonía que implica formar parte de una gran orquesta, el baterista primero debió ocuparse de su amado instrumento, instrumento que es él mismo, es decir sus extremidades, que son en definitiva..las que le ponen virtud y belleza al instrumento.
¿Qué es más importante para el baterista?, ¿el pie derecho?, ¿el izquierdo?, ¿la mano derecha?, ¿la mano izquierda?, pues lo es todo.
Y todas esas partes de su cuerpo estarán en armonía si lo está primero su cerebro, el que le dá la órden a cada miembro.

El cerebro debe estar en prefecto estado para coordinar, y el cerebro del baterista es como el de cualquiera, se guía por sentimientos que su alma le imprime.
Pero una cosa es el sentimiento de amor por su oficio y su instrumento que envía el alma, otra cosa es el amor que le antecede al propio como baterista, el amor por la orquesta, por sus compañeros, por ese puñado de voluntades que se unen para entregar algo bello..., la melodía.
La melodía es el resúmen de lo excelso, porque el músico ya no piensa en sí mismo, piensa en un fin común que es la excelcitud de la orquesta, la que finaliza el acto voluntario de dar algo bello para miles o millones...la bella melodía.
Pero si lo pensamos a la inversa, no hay melodía sin orquesta y no hay orquesta sin músicos.., no hay músicos si el cerebro no coordina a las extremidades para que ejecuten algo llamado instrumento, sin instrumento no hay nada de todo lo anteriormente citado.

He logrado que mi cerebro no me imponga lo que el alma dicta, he privilegiado a mi Espíritu, el que me ha dictado poner esa energía en lo que considero más importante.
Y ha valido hacerlo, porque yo no puedo tocar la batería si una de mis extremidades no anda bien.
Vamos a suponer que es mi mano derecha, he tenido que concentrar todo mi amor en ella porque sin ella no soy ni el baterista, ni el instrumento, ni el cerebro, ni nada.
Amé y amo entonces a esa mano, porque es parte de mi todo, el que soy, y el resto de mis extremidades deberán experimentar su solidaridad con la mano derecha porque sin ella, ellas tampoco son nada.
Energía, amor, focalización, redireccionamiento hacia lo que uno ama de Verdad, una parte importante de un todo que necesita de cada parte.
Suelen parangonar ésto con una hemorragia que no se puede detener con una Curita o un apósito protector, primero el torniquete, después una costura, si es necesario cerrar la herida por donde la sangre se ha escapado a raudales, dejando al sujeto sin energía vital.

Pero esa sangre no ha caído al suelo, sino que ha sido transfundida a otro que la necesitaba para seguir viviendo.
Pongámosle fin entonces a las metáforas, amar a otro es amarlo de tal forma que uno no piensa ya en su propia energía, ni en su propia virtud, ni en sí mismo..., ni en si la Curita detiene la hemorragia, ni si la sangre se acabará.
No hay miedo a perder nada cuando se ama así, y yo amo así, y no he perdido nada aunque mi alma intente frustrar mi felicidad, diciéndome que para qué, que porqué, y no la he escuchado, y así me la paso, haciendo oído sordo al alma y escuchando nítidamente a mi Espíritu.

Sabrán disculpar quienes vienen a diario, con frecuencia a entretenerse un poco con las noticias, a los fanáticos del Sol, de los neutrones, de los sismos, de mis teorías, de mi impronta. Disculpas a quienes se preocupan cuando uno desaparece por un tiempo, pues les dije aquella vez de larga ausencia que el desapego me incluye a mí también, y que incluso cerrar una puerta implica poder abrir otra y descubrir nuevos aires y paisajes.

Nos vamos a juntar como cada día a delirar con esas cosas que nos apasionan, que nos atrapan, que nos convocan y que creo, nos ayudan un poquito en éste mundo donde somos pero no somos, somos alguien y no somos nadie, somos un número o unos nombres, donde valemos de acuerdo a cuanto damos, donde aún dando, nos desangramos pero no ven nuestra hemorragia, donde el ombligo del mundo no somos nosotros pero son los otros, donde hemos hecho el torniquete y de tanto empeño hemos estado pálidos sin que el otro vea nuestra palidez, incluso en medio de semejante faena por frenar la hemorragia ajena hemos proferido un quejido...un ¡ay!...sin que el otro se hubiera detenido a preguntarnos ¿te pasa algo?, donde al fin la meta de frenar la hemorragia ajena es un éxito ni siquiera hay memoria para agradecernos haberles salvado la vida..., y donde sus orgullos les hacen creer que se han salvado solos antes que reconocer que no hubiera sido posible...sin nosotros..

Hay tibieza, hay frialdad, hay incapacidad de detectar cuán grande ha sido nuestra gracia con y por ellos, y a veces...la miopía del alma no les permite ver con nitidez al Espíritu.

Tanto se ha hablado de los ángeles de la Guarda..que se los ha imaginado como el arquetipo engañoso, de blanco y resplandeciente cuerpo, con alas desplegadas, de rubios cabellos y de profundos ojos azules. De cuerpos transparentes de leve materia, como un sirviente o genio dispuesto a complacer nuestros anhelos.
Seguramente que todos o muchos aspirarían a tener su propio y personal Ángel de la Guarda, ese que no pide nada y al que solo por interés, habría que cuidar antes que espantarlo. Si nos dijeran que para conservarlo solamente deberíamos cuidarlo, de vez en cuando darle un beso, un abrazo, una palmada, servirle un café...darle las gracias y permitirle saber lo dichosos que nos sentimos por haber venido a nosotros...

Pero...¿y si esos Ángeles ya están aquí?, y...¿si están tan cerca que no les detectamos? y...¿si no son resplandecientes, ni tienen alas, ni ojos azules, ni están sometidos a nuestros deseos? y...¿ si sólo nos piden...migajas de amor y ni siquiera eso...sabemos dar...?.
Aprenderíamos a llorar como nunca antes...porque nuestras lágrimas ya no harían que el Ángel regresara..., es como tener una canilla derramando constantemente el agua que necesitamos para no morir de sed...hasta que un día...ya no hay más agua...

¿Porqué somos así?..es la gran pregunta que ha compelido a miles de eruditos a escribir libros, tratados, teorías..
Y yo me pregunto...¿valdrá la pena perder tiempo intentando saber porqué?, cuando sería mejor invertir el tiempo en autocorregirnos, porque eso es lo único que sabemos..que debemos cambiar, ya sabemos qué está mal y qué está bien, sabemos cómo herir y sabemos cómo curar, sabemos odiar y sabemos amar, sabemos que no es imposible educar a nuestros pensamientos, ¿que es difícil? claro que sí lo es, pero no imposible.

Antes de apretar un gatillo o de decir esa palabra que sale disparada como un arma, tenemos la capacidad de reflexionar...¡la tenemos! pero un extraño mecanismo se dispara y nos hace ejecutar la acción sin poder hacer el proceso de pensar y repensar...Es decir que el sentimiento se apodera de nuestro cerebro y le hace sentir lo que él quiere...Cuando el sentimiento es negativo vamos a obrar en negativo, y después andamos por la vida cosechando lo que hemos pensado, golpeándonos el pecho y haciéndonos la gran pregunta ¿porqué a mí?..

Y bueno...porque entregamos el control a los sentimientos sin que primero nos hubiéramos detenido a meditar, a razonar, a discernir, a reflexionar.
Incluso pudiendo nosotros gobernar sobre el resorte impredescible de los sentimientos vivimos en comunidad, interactuamos con otros, y si aplicamos que cada quien es una caja de pandora y que sus acciones pueden no ser positivas hacia nosotros...zasss...las cosas se ponen mucho más difíciles.
Vean amigos, hemos sido puestos a vivir en un sistema de *comunidad*, nos guste o no, el diseño está planificado para que sea imposible evadir a otro, incluso las grandes filosofías que proponen la autoevasión a través de prácticas de claustro o de aislamiento...son inaplicables.

¿Imaginan a 7 mil millones practicando el aislamiento?...imposible...
Indefectible o inevitablemente debemos entremezclarnos con otros, y en eso nos centramos, en un aprendizaje ineludible, ésto de andar por la vida tratando de esquivar conflictos, penas, amarguras, sinsabores, desgracias, y demás *entidades* que permanentemente nos acosan.

La Gnosis no tiene recetas mágicas porque de antemano nos deja bien en claro que donde estamos es un recinto imbatible si es que pensamos derrotarlo, no hay comparación entre las fuerzas que enfrentamos con las que disponemos nosotros, y es que la fuerza no es nuestra herramienta, es la sabiduría.
La sabiduría aplicada en un terreno minado no es desactivar todas las bombas, son millones y no nos alcanzaría la vida para hacerlo, es caminar entre ellas sin pisar alguna, o quedarse quieto cuando encontramos un lugar donde poder estar a salvo, y juntamente con eso, tomar la mano de todos los que podamos, antes de que vuelen por el aire.

Gilgamesh***

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