jueves, 23 de junio de 2016

* Consciencia es involucrarse *

***Excelente Jueves para todos.

Debemos tomar *consciencia*, palabra que generalmente se vincula exclusivamente a lo espiritual, a mi criterio algo anticristiano si es que al menos...se cree en un tal Jesús.
Es fácil, si Jesús o Cristo hubiera concebido la cuestión de la *consciencia* como algo individualista, se habría quedado muy cómodo descansando eternamente en el Pleroma, sin embargo eso no fué así, y asumió un rol ejemplar para nosotros, el de *involucrarse*.
Involucrarse no es un acto individualista sino *colectivo*, y Cristo se involucró en lo social tanto como en lo espiritual.

Con el Espíritu conectado al Pleroma, pero con el cuerpo y la actitud...en el aquí y ahora, el mundo material del que tanto renegamos y en el cual hay que involucrarse.
Hablamos de capitalismo y muchos *ismos*, ya es hora de dejar de ver a éstos ismos como meras calificaciones políticas o ideológicas, son lo que son y son anricristianas en su más pura escencia y proceder.
La pintura breve de lo que son;

-La crítica más común al capitalismo viene casi siempre por la falta de justicia en su forma de repartir. El capitalismo parte de una premisa esencial: la concentración es la base para su patrón de acumulación. Actualmente, son 147 corporaciones las que controlan el 40% de la economía mundial según el estudio *La Red de Control Corporativo Global* =The Network of Global Corporate Control=, publicado en la revista científica PlosOne.

Estas súper entidades, como así las denominan en el informe, son conglomerados que abarcan diferentes dimensiones del universo económico global =financiero, comercial, productivo, etc.= llegando a controlar hasta el 80% de las cadenas globales de valor. El 1% de la población mundial posee tanto dinero líquido o invertido como el 99% restante de la población mundial.
Esta concentración es más avanzada de la que existiera en el siglo pasado. 

El neoliberalismo, basado en una economía financiarizada globalmente y fragmentada geográficamente en lo productivo, es el gran responsable de esta involución desigual. Sin embargo, el capitalismo neoliberal jamás presumió de ser justo. De lo que sí lo hace es de ser más eficaz que cualquier otro sistema económico. Sin embargo, sobre su eficiencia hay más de mito que de verdad.

Por eso no hay mejoría de nada si no hay resistencia e involucramiento, el poder siempre teme, sí...aunque tenga el poder, gran parte de él se basa en el miedo que nos inyecta, una de sus mayores garantías de éxito.
Y por eso en Francia, hay y habrá resistencia;



-Un grupo formado por unos 60 intelectuales, militantes y sindicalistas llaman a resistir al gobierno y continuar con las huelgas, los bloqueos y las ocupaciones.

Helos ahí: su gran miedo y sus grandes medios para tratar de ocultarlo, actuando como un fanfarrón que no da su brazo a torcer. Esperábamos esto desde hace varios meses y al fin ha llegado: la amenaza de prohibir las manifestaciones. ¿Un no va más de lo inaceptable? Con este gobierno, en esta cuestión siempre puede haber algo peor. Este gobierno es el mismo que =cínicamente= recuerda las huelgas del Frente Popular. El que defiende los intereses de los poderosos, los dueños de los beneficios y el dinero; esta es la buena guerra, su guerra; pero ya puede parar con sus celebraciones y la recuperación de un pasado que no cesa de pisotear.

Este gobierno tiene miedo: nada sorprendente. No es para menos, ante nuestra solidaridad frente al poder y su brazo armado. ¿Cuántos testimonios sobre esos manifestantes que, sin que nadie les dijera nada, cuidaban a sus heridos, a pesar del gas, los golpes de porra y las granadas de dispersión? ¿Cuántas imágenes de heridos que ya en tierra eran golpeados por los policías, al mismo tiempo que se forman cadenas humanas para rodearles y protegerles? ¿Cuántas iniciativas, textos, reuniones, apoyos resueltos contra las órdenes militares, las inspecciones arbitrarias y las condenas inicuas? ¿Cuantos policías serán inculpados por los manifestantes heridos, mutilados, tuertos, en coma?

Hollande, Valls y sus cómplices querrían quebrar esta enorme ola, aquella en la que se han manifestado centenares de miles de personas. Llevan adelante su guerra en todos los frentes: con una violencia física desenfrenada; con una violencia judicial de unos magistrados sumisos que encarcelan y destrozan vidas; con una violencia mediática hecha de desinformación y descrédito; con una violencia antidemocrática que se expresa a golpe de 49-3, de prohibiciones de protestar en la calle y de órdenes de residencia en nombre del estado de urgencia; con la violencia social infligida a millones de hombres y mujeres precarizados o despedidos. 

Este poder querría impedir por cualquier medio lo que considera peligroso, pero eso es inmenso por todo lo que ahí converge: los barrios populares que desde hace años se enfrentan con la violencia policial, las luchas de los inmigrantes y los indocumentados, los sindicalistas movilizados, los estudiantes universitarios y de secundaria que no dan un paso atrás. 
La determinación es potente, como lo es también la sensación de que las personas, los colectivos, las organizaciones que hasta hace poco casi no se relacionaban unas con otras ahora se han encontrado o reencontrado. Este paso dado es tan importante que no habrá retroceso durante mucho tiempo.

Desprecio

No nos creemos los paladines de este mundo, ni intentamos serlo. Pero, contra el discurso dominante y omnipotente, podemos convencer a quienes conocen bien la violencia cotidiana. La violencia del desprecio social y del abismo que nos separa de quienes lo tienen todo. La violencia del chantaje en el lugar de trabajo, que conduce a la aceptación de cualquier cosa, que hace trizas la solidaridad e incluso a veces la propia dignidad. La violencia del sufrimiento, tanto en el paro como en el trabajo, la apuesta por la competencia, la gestión por la obediencia. La violencia de los controles por la cara de cada uno y la discriminación. Fuerzas del orden; pero, ¿de qué orden? El orden social de los evasores de impuestos, de quienes cotizan en Bolsa y de los mercados.

Algunos escaparates rotos en bancos, empresas de seguros o supermercados son minucias en comparación con estas violencias. A poco que se piense en su pertinencia, estas acciones están en el fondo sobre todo de las preguntas: ¿qué es un banco y qué hay detrás de él?, ¿la tragicomedia económico-financiera? Brecht lo resumió con unas pocas palabras: *Hay algo peor que robar un banco: fundar uno*. ¿Cómo podrían hacernos creer que la violencia de este mundo estaría en esos cristales rotos? Los medios son expertos en esa tarea, con su jerga periodística y sus imágenes repetidas cientos de veces, su desvergonzada elección de informaciones. Pero se acerca un tiempo en el que eso ya no funcione: parece que ese tiempo ya ha llegado.

Los patrones pueden cesar de mandar; no los necesitamos. Cuando paran los basureros, los descargadores del puerto, los electricistas, los ferroviarios, los trabajadores de las refinerías, quienes atienden los hospitales, los maestros y profesores, los carteros, y hasta los trabajadores precarios todo lo que ellas y ellos aportan a la sociedad de pronto se hace más visible, más indudable. Suceda lo que suceda con este gobierno, nosotros continuaremos manifestándonos... ¡y cómo! Pero no solo eso. Seguiremos haciendo huelgas, bloqueos y ocupaciones. Estas son las armas de quienes tienen poco. Pero son armas que pueden golpear bastante más fuerte que sus porras y sus tonfas.

En tiempos de enormes desigualdades se pide involucramiento, lo cual no significa salir a postularse en algún partido político, que bien podría serlo también, pero que no excluye el compromiso con los demás, por ejemplo cuando alguien hace una marcha de protesta en reclamo de derechos quitados, no ser funcional al poder enojándose con quienes protestan, y por el contrario hay que apoyarlos, porque al poder le contribuyen los distraídos y los egoístas, categoría que también finalmente es fagocitada por el poder.

Cualquiera que se enfrente al poder siempre será nuestro aliado y no un enemigo, no hay bandos en definitiva...es el poder...contra el resto.

Gilgamesh***

Fuentes;
-rt
-liberation
-rebelion

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