miércoles, 10 de agosto de 2016

* La concepción Gnóstica de David R. Hawkins-parte 1 *

***Bella noche de Miércoles para todos.

Gracias a la sugerencia de una querida lectora les voy a presentar a partir de hoy, una larga serie de posts referidos al trabajo de David R. Hawkins.
Puntualmente hablo de uno de sus libros; El ojo del Yo.

No voy a publicar todo el libro pero sí unos cuantos conceptos.
Hawkins, sin mencionar la palabra Gnosis en su libro, llega a conclusiones que yo sí considero Gnósticas.
David creó un método llamado *test muscular* a través del cual logra determinar o puntuar niveles de consciencia.

No hablaré del método porque no es lo que considero más importante, pero sí les voy a ir compartiendo nociones de Hawkins muy pero muy interesantes que reitero, tienen una gran similitud con la Gnosis
.
Estimo útil el material y sobre todo enriquecedor ya que, como siempre pienso y les digo, las mismas cosas dichas por distintas personas y sus formas particulares de expresarlas suelen romper con la monotonía de un relato que para algunos puede ser aburrido y reiterativo.
Espero disfruten de ésta entrega que será larga, y se pondrá más interesante a medida que pasen los sucesivos capítulos.
Fuerte abrazo para todos.


David Hawkins; El ojo del yo; al cual nada está oculto.




-A lo largo de la historia, muchas personas se han interesado por los estados de conciencia de la Iluminación, y los informes sobre estos estados han tenido un profundo impacto tanto en las personas como en la sociedad. La rareza estadística de su aparición estimula la curiosidad y subraya el valor de tales informaciones. Aunque se dispone ya de abundante literatura espiritual en todos los idiomas donde se describen tales estados, muchos de estos informes están poco detallados o son incompletos. En algunos casos, se dan errores de traducción, y hay también muchos errores de transmisión a lo largo de generaciones hasta que adoptan finalmente la forma escrita. 

Algunos escritos han inducido por tanto al error ya que han disminuido el nivel de veracidad del original, tal como lo transmitió el maestro iluminado. Por tanto, es valioso articular nuevamente, con un lenguaje actual, una reafirmación de la evolución de la conciencia hacia los estados avanzados. Además, muchos tratados espirituales carecen de explicaciones sobre detalles sutiles que son de enorme importancia para el buscador avanzado. El propósito de El Ojo del Yo es transmitir una información que pueda ser verificada y cuyo nivel de verdad pueda ser calibrado con el fin de proporcionar, por vez primera, un cuerpo de información útil capaz de soportar las pruebas de certidumbre.

Hasta ahora, los alumnos espirituales dependían de la fe, de las creencias o de las habladurías, así como de la reputación y del renombre del maestro espiritual. La queja del indeciso estribaba en que la verificación de la verdad era el ingrediente que le faltaba. El gran bloqueo de la duda tenía que ser vencido. Al igual que en Poder contra Fuerza, se ha calibrado y se puede verificar la veracidad de cada página, párrafo, oración y afirmación de este libro. Dudar es educarse, y el propósito de lo escrito en esta obra es compartir de la forma más completa lo que se ha experimentado. 

Poder contra Fuerza terminaba con un ¡Gloria in Excelsis Deo! Este libro comienza con esa misma afirmación, en referencia a lo que es la experiencia espiritual definitiva y final. De hecho, no es en modo alguno una experiencia, sino un estado eterno. La condición es la propia autoridad. Habla por si misma; se presenta por si misma con autenticidad. No hay quien hable. La verdad se revela por si misma. Se sostiene por si misma y es completa, total y profundamente obvia en cuanto se presenta.

La Creación es el Presente y el Ahora. Este Ahora es continuo, de modo que no son posibles ni los principios ni los finales. La visibilidad, o la materialidad en si, no son más que fenómenos sensoriales y no una condición necesaria para la existencia, la cual en si misma es sin forma y sin embargo intrínseca a toda forma. Dado que todo está siempre en proceso de creación, todo es una expresión de la Divinidad, o de lo contrario no tendría la capacidad de existir en modo alguno. El darse cuenta de que todo lo que existe refleja a la Divinidad de la Creación es el motivo por el cual merece respeto y reverencia. Y esto justifica la reverencia ante el espíritu que hay dentro de todos los seres vivos y de la naturaleza, que es característica de muchas culturas. 

Todos los seres que sienten son iguales. Solo la manifestación material está sujeta al cese; y la esencia no se ve afectada, y conserva la potencialidad de reaparecer en forma material. La esencia solo se ve afectada por las propias fuerzas de la evolución. La aparición de la forma material a partir de la esencia viene determinada por la presencia de lo que ya está en la forma.
Podemos ver fácilmente que incluso los términos bueno o malo refieren en su origen a lo que realmente no son más que deseos humanos. Si quitamos el enjuiciamiento humano de la observación, todo lo que se puede ver es que la forma está en constante evolución, en tanto que cambio, que no es intrínsecamente deseable o indeseable.

Todo está manifestando su potencialidad inherente en la medida en que está determinado por su esencia y por las condiciones prevalentes. El esplendor de todas las cosas se halla en su misma existencia, en el hecho de manifestar la gloria de la creación de Dios como existencia. En virtud de simplemente ser, todas y cada una de las cosas que sienten y que no sienten esa existencia cumplen con la voluntad de Dios. Es debido a la intención divina que lo no manifiesto se vuelve manifiesto; creación es el nombre del proceso que nosotros presenciamos. 

Debido a que la naturaleza de la Creación no es evidente para la conciencia ordinaria, la mente manipula enigmas sin respuesta, por ejemplo, ¿cómo puede un Dios bueno permitir tanto mal? Más allá de la percepción dualista y de las categorías arbitrarlas de la manifestación, no hay nada bueno ni malo que explicar, y se puede ver que el universo es, en si mismo, inofensivo. La mente humana construye sus escenarios de objetivos y deseos, y los acontecimientos pueden coincidir con ellos o no. Tanto la tragedia como la victoria tienen lugar solo dentro de las limitaciones de la mente dualista y no son independientes de la realidad.

Todo lo que hay en este mundo parece surgir y luego disolverse dentro de las limitaciones de la percepción. Pero, en la medida en que la Realidad esta más allá del tiempo, el espacio y la forma, es irrelevante si una cosa o una persona existen durante una décima de segundo o durante miles de años. Así, el empeño por vivir unos cuantos años más o incluso unos pocos instantes más se antoja una ilusión vacía, porque la existencia no se experimenta en modo alguno dentro del tiempo. 

Este instante es la única realidad que está siendo experimentada; todo lo demás es una abstracción y una construcción mental. Por lo tanto, uno no vive en absoluto setenta años; solo este mismo instante fugaz es posible.
La totalidad de la Unidad del Todo no se puede experimentar. Más bien, se conoce en virtud de serlo. 
El Yo del Ser es el Ojo de Dios presenciando el despliegue de la Creación como Ahora. La secuencia es una ilusión creada por la percepción del Yo del ego, que es el punto de observación del proceso que va de lo no local a lo local, de lo no lineal a lo lineal, de la Totalidad al esto. La percepción es el ojo del ego que, en la medida en que traduce el no experimentado Infinito en un finito experimentable, genera la percepción del tiempo, el espacio, la duración, la dimensión, la posición, la forma, la limitación y la singularidad.

La mayoría de la gente parece tener intereses creados en la negatividad de su mundo perceptivo, y se resisten a dejarla en favor de una consciencia de nivel superior. Hay gente que parece obtener una gran satisfacción en su interminable ira, resentimientos, remordimientos y auto-compasión, de modo que se resisten activamente a entrar en tales niveles de comprensión, perdón o compasión. La negatividad parece tener suficientes ventajas como para perpetuar formas de pensamiento que son obviamente ilógicas y autocomplacientes, del mismo modo que los políticos distorsionan la verdad con el fin de obtener votos, o que los que persiguen a los criminales eliminan evidencias de la inocencia del acusado con el fin de obtener una condena. 

Cuando se renuncia a estas ventajas negativas, el mundo se convierte en una interminable presencia de una belleza y perfección intensas, y el amor domina toda la vida. Todo es autoluminoso, y la dicha de su esencia divina se irradia al exterior a través de su omnipresente no forma, que es expresada en el mundo de la percepción como forma. Ya no es necesario saber nada, porque no hace falta saber nada cuando uno es en realidad todo cuanto existe.

Los estadios evolutivos son las consecuencias de las circunstancias, pero no vienen provocados por ellas. Las circunstancias contribuyen a las apariciones, y los fenómenos, en tanto que cambios, no son en realidad más que el resultado de un punto de observación arbitrario. Desde el punto de vista de la singularidad, parece haber multiplicidad, pero desde la omnipresencia de la multiplicidad simultanea, solo existe la singularidad de la unidad. La omnipresencia echa abajo cualquier artefacto perceptivo, tanto de la singularidad como de la multiplicidad. 

En realidad, ni siquiera existen las circunstancias. No hay ni aquí ni allí; no hay ni ahora ni después; no hay ni pasado ni futuro; no hay ni completo ni incompleto, no hay un llegar a ser, por cuanto ya se es y totalmente autoexistente. Hasta el tiempo, en si, es un punto de observación arbitrario, al igual que la velocidad de la luz. Nuestro habitual empeño por describir el universo se puede ver no como una descripción del universo, sino como una descripción desde puntos de observación arbitrarios, y ciertamente como un mapa de cómo funciona la mente ordinaria. Lo que está siendo descrito en realidad no es un universo objetivo y auto-existente, sino simplemente las categorías de la actividad de la mente y las estructuras y formas de su procesamiento secuencial.

De ahí que las limitaciones de la ciencia estén preordenadas por las limitaciones que le impone el mundo perceptivo de la dualidad. La propia percepción está limitada de por si, ya que solo puede saber acerca de, en lugar de saber. No se espera que la ciencia vaya más allá de los límites de la percepción, ni tampoco habría que culparla por ello. El protoplasma reacciona involuntariamente tanto a los estímulos nocivos como a los benéficos, y distingue entre ambos. Se aparta de lo que es contrario a la vida y es atraído por aquello que la sustenta. Del mismo modo, y con la velocidad del rayo, los músculos del cuerpo se debilitan de inmediato en ausencia de la verdad; y se fortalecen en presencia de la verdad o aquello que sustenta la vida. 

Todas las cosas del mundo, incluyendo los pensamientos, los conceptos, las sustancias y las imágenes, evocan una respuesta que puede ser demostrada como positiva o negativa. La respuesta no está limitada por el tiempo, el espacio, la distancia, o la opinión personal.
El aprendizaje no lineal tiene lugar mas como resultado de la familiaridad que por la intelección secuenciada y procesada mediante la lógica. La conciencia tiende a avanzar como consecuencia automática del hecho de adquirir nueva información.

Gilgamesh***
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