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martes, 30 de julio de 2019

* Inmortalidad bajo cero *

***Lindísima noche para todxs.

Blanco sobre negro sobre mucha ficción y mucho engaño, el negocio prevalece y no hay garantías de absolutamente nada...

*Volveré y seré millones* dijo Túpac Katari, por el momento...nothing..
¿Y si mejor aprendemos a irnos de una vez para nunca más volver?



Se cuenta que hace poco más de tres milenios los chinos ya usaban el frío para conservar alimentos.
Aunque si de cuentos chinos se trata, uno de los más legendarios es el que afirma que, pocos minutos antes de morir, Walt Disney fue introducido en una cápsula y congelado a bajas temperaturas para que, cuando la ciencia avanzara, pudiera ser resucitado y curar su cáncer de pulmón.

Pero así como los Reyes Magos no existen, tampoco es cierto que el creador del Pato Donald esté tieso de frío aguardando la resurrección.
Por el contrario, su cuerpo fue colocado en un horno a alta temperatura e incinerado, y sus cenizas están enterradas en un cementerio.

Lo que sí es una verdad es que la refrigeración retarda o detiene la actividad de las células, y esto se aprovecha para la conservación de material biológico.
Pero una cosa es conservar y otra preservar.
Este último concepto supone que lo que se guarda en frío =se criopreserva= mantenga la posibilidad de volver a vivir.
Para ello se requieren temperaturas muy bajas =menores a los 130 grados bajo cero=, que mantienen la vida *suspendida* y que solo pueden alcanzarse en un laboratorio, habitualmente, mediante el uso de nitrógeno en estado líquido a -196°C.

Si bien la temperatura del universo es de unos -270°C, en la Tierra el registro térmico más bajo fue de -93,2°C en la Antártida, en el año 2010.
*Estamos trabajando en ámbitos todavía poco conocidos.
Son temperaturas que no existen en la Tierra, para las cuales nuestros tejidos no están adaptados*, consigna Joaquín Rodríguez, desde el Centro de Criobiología de la Universidad Nacional de Rosario.
El problema no es el frío.

Es una verdad de Perogrullo que sin agua no hay vida.
De hecho, la mayoría de los seres vivos estamos compuestos principalmente por agua:
las células tienen una alta proporción de agua y el espacio intercelular también.
Paradójicamente, el líquido que nos posibilita la existencia es el mismo que nos impide criopreservarnos para alcanzar la inmortalidad.
Porque por debajo de 0°C el agua se congela y forma cristales de hielo =algunos con formas puntiagudas= que pueden romper las células.



Por otro lado, y simultáneamente, el congelamiento del agua provoca otro fenómeno que colabora con la destrucción celular:
a medida que se forma hielo, disminuye la cantidad de agua en estado líquido y, por lo tanto, aumenta progresivamente la concentración de las sustancias disueltas en ella.
Este fenómeno se produce, inicialmente, afuera de las células =en el líquido intercelular=, que es donde el frío llega primero cuando se coloca un tejido a bajas temperaturas.
Entonces, para compensar este aumento de concentración extracelular de sustancias, empieza a salir agua del interior de las células.

Y esa deshidratación puede causarles la muerte.
De la misma manera, al descongelar se producirá el proceso inverso:
entrará violentamente agua a las células que no se rompieron durante la congelación, lo cual puede hacerlas estallar.
*En definitiva, para criopreservar, básicamente, hay que evitar que el agua forme cristales*, sintetiza Horacio Corti, especialista en el estudio de soluciones acuosas sobreenfriadas.

Muchos descubrimientos ocurren por azar.
Y fue un *accidente* de laboratorio el que permitió darle un gran empujón a las técnicas de criopreservación.
En 1949, el científico inglés Christopher Polge congeló semen de pavo y, por error, utilizó un tubo que estaba contaminado con glicerina.
Tiempo después, cuando descongeló el material, comprobó con sorpresa que gran parte de los espermatozoides seguían vivos.
Desde entonces, la glicerina es utilizada como agente crioprotector de muchos tipos celulares y, hasta el día de hoy, es la sustancia de elección para criopreservar semen de distintas especies.

En las últimas décadas, otros compuestos químicos probaron ser eficaces como criopreservantes y, dependiendo del material que se quiere congelar, se elige uno u otro.
En cualquier caso, pese al tiempo transcurrido desde que el azar hizo famoso a Polge, todavía no se conoce cabalmente el mecanismo de acción de estos agentes protectores.

En algunos casos, se postula que en presencia de un crioprotector se retarda la formación de hielo.
Este efecto sería el que posibilita llevar un material biológico a bajas temperaturas antes de que empiecen a formarse los cristales que provocan el daño celular.
En otros casos, se cree que la sustancia protectora estaría reemplazando el agua que hidrata las estructuras celulares.

De esa manera, se estaría evitando que la deshidratación =que ocurre, como se explicó anteriormente, durante el proceso de congelamiento= altere dichas estructuras.
De todos modos, los crioprotectores tienen sus limitaciones.
Fundamentalmente, debido a que las concentraciones que se requieren para que cumplan adecuadamente su función de criopreservar pueden ser tóxicas para las células.
En los últimos años, se desarrolló una técnica que revolucionó el campo de la criopreservación:
la vitrificación.



Es un proceso físico que permite que el agua líquida pase a un estado sólido amorfo similar al vidrio =de allí su nombre=, en el que la disposición de los átomos y las moléculas hace que no se formen cristales, lo cual reduce el daño celular.
*Para formar agua sólida amorfa es necesario enfriarla a una velocidad superior a los diez mil grados por segundo*, ilustra Corti.
*Es algo técnicamente dificultoso*, acota Rodríguez.

Otra manera de vitrificar el agua es aumentar su viscosidad utilizando altas concentraciones de crioprotectores.
*El problema es que son concentraciones tóxicas para la célula*, observa Rodríguez.
Para resolver estos inconvenientes se encontró una solución *intermedia*, que consiste en manejar el proceso mediante un delicado equilibrio entre la concentración de agentes crioprotectores y la velocidad de enfriamiento.

No obstante, todavía hoy persiste una importante limitación para este método:
*Solamente se pueden vitrificar volúmenes muy pequeños de solución, del orden de los cinco a diez microlitros = una gota de agua tiene un volumen de 50 microlitros=*, explica Rodríguez.
En otras palabras, con la tecnología actualmente disponible *lo más grande* que se puede vitrificar es un embrión con unos pocos días de desarrollo.

Existen cientos de bancos de semillas por todo el mundo.
Entre ellos, la Bóveda Global de Semillas de Svalbard, situada en Noruega, a unos mil kilómetros del Polo Norte, sobresale por sus particularidades:
excavada en una montaña, a 130 metros de profundidad, está construida para resistir los terremotos, la actividad volcánica, la radiación y la crecida del nivel del mar.

Con capacidad para albergar 4,5 millones de variedades de semillas, actualmente guarda más de 930.000, provenientes de casi todos los países del mundo.
Las simientes están preservadas a 18 grados bajo cero y, para el caso de un corte de energía, como el lugar se mantiene por debajo de los 0°C las 24 horas del día durante todo el año, la bóveda funcionaría como un congelador natural.

Pero, dado que las semillas están naturalmente preparadas para resistir condiciones ambientales adversas, preservarlas es menos dificultoso que para el caso de las células animales.

*Lo más aventurero que queremos lograr es criopreservar fragmentos de piel de especies que están en riesgo de extinción*, confiesa Daniel Salamone, referente internacional en clonación animal.

*Esto permitiría obtener muestras de animales que están en zoológicos, en la selva o, incluso, que mueren en accidentes automovilísticos*.
Mediante la vitrificación, hoy se puede criopreservar germoplasma =espermatozoides, óvulos o embriones= de especies amenazadas.
Pero hay situaciones en las que el germoplasma no es útil.



Por ejemplo, cuando los espermatozoides son escasos o de mala calidad.
En estos casos, la preservación de células distintas a las sexuales, provenientes del resto de los tejidos del cuerpo =denominadas células somáticas=, adquiere mucha relevancia.
*Para nosotros la célula somática es también germoplasma*, considera Salamone.
*Porque ya existe la metodología para convertirlas en células sexuales, aunque todavía es una tecnología imperfecta*, aclara.

Con su mirada de *clonador*, Salamone propone:

*Por otra parte, si el frío destruyera las células somáticas que tenemos guardadas, el ADN se conservaría y podría inyectarse en un óvulo previamente enucleado y, de esa manera, sería posible generar un embrión viable*.

El Homo sapiens es la única especie del planeta que se sabe mortal.
Quizás por eso, la idea de la resurrección seduce a la humanidad desde sus orígenes.
Antiguos mitos y obras de arte de todos los tiempos dan cuenta de ello.
Y también la ciencia.

En 1954, la prestigiosa revista científica Nature publicó un artículo en el que se describe un experimento de resucitación de hamsters previamente congelados.
Los animalitos fueron revividos después de estar casi una hora con su temperatura corporal por debajo de los 0°C.

No obstante, si bien el artículo describe algunos daños sufridos por los sobrevivientes, no da cuenta acerca de qué cantidad de hamsters murieron durante las pruebas.
La temperatura corporal más baja registrada a la que un ser humano pudo sobrevivir alguna vez es 13,7°C.

Es el caso de Anna Bagenholm, una sueca que, en 1999, cayó a un río congelado mientras practicaba esquí.
Su cerebro nunca alcanzó temperaturas bajo cero y, sin embargo, todavía hoy sufre algunas secuelas neurológicas debidas al frío que debió soportar.

*Si se quiere criopreservar vida hay un costo que pagar.
Siempre hay un daño*, advierte Rodríguez.
Durante las décadas siguientes al trabajo con los hamsters, no se encuentran registros científicos de experimentos destinados a la criopreservación de mamíferos.

En cambio, desde entonces, los intentos por criopreservar animales enteros se limitaron a algunos invertebrados.
Entre ellos, larvas de insectos y algunos gusanos.
En muchos de estos casos, se logró un porcentual de éxito al intentar revivirlos.



*Se suele informar el porcentaje de individuos sobrevivientes, pero no te dicen en qué condiciones quedaron o qué daños sufrieron.
Eso es lo que hay que empezar a explorar*, propone Rodríguez.

En 2015, un artículo científico publicado en la revista Rejuvenation research informó que un procedimiento de vitrificación permitió volver a la vida a la totalidad de un grupo de individuos congelados.
El estudio se realizó con Caenorhabditis elegans, un gusano de alrededor de un milímetro de largo que, por sus características particulares, es muy utilizado para la investigación en diversas áreas de la biología, como el aprendizaje, la memoria o el envejecimiento, entre otras.
El mismo trabajo incluyó experimentos que muestran que, luego de ser descongelados, los gusanitos mantienen la memoria de largo plazo.

Según escriben en el paper los dos autores de la investigación, Natasha Vita-More y Daniel Barranco, el trabajo constituye *la primera evidencia de conservación de la memoria después de la criopreservación*.
Ambos científicos exhiben su pertenencia a la Alcor Life Extension Foundation, una organización =*sin fines de lucro*, dice en su Web= situada en Arizona, Estados Unidos.

Alcor se autodefine como *líder mundial en criónica*, es decir, en la criopreservación de cuerpos enteros después de declarada su muerte legal.
Actualmente, un puñado de compañías dispersas por el mundo ofrece este servicio para quienes guardan la esperanza de que, en algún futuro, exista una tecnología apropiada para resucitarlos.

El precio de criopreservarse dentro de grandes tanques repletos de nitrógeno líquido, colgado de los pies =así, si se evapora un poco de nitrógeno, el cerebro no corre riesgos=, varía ampliamente de U$S 28.000 a U$S 200.000, dependiendo de la compañía y de los servicios que se pagan.
En algunos casos, se ofrece conservar solamente la cabeza, lo cual abarata el costo.
Se calcula que poco más de 300 personas en todo el mundo se han sometido a este procedimiento.

Para la gran mayoría de la comunidad científica, la criónica es considerada una pseudociencia.
Se sostiene, por ejemplo, que cuando se congeló a la primera persona, en 1967, se usó un agente criopreservante que, en ese entonces no se sabía probablemente, dañó irreversiblemente su cerebro.

*Un organismo congelado puede lucir sano por fuera pero estar destruido por dentro*, ilustra Corti.
Si hay algo en lo que la ciencia parece coincidir con la criónica es en la fantasía de los viajes interestelares.
En ese camino, un artículo científico publicado hace pocos días en Proceedings of the National Academy of Sciences reveló que una muestra de espermatozoides de rata que había estado en la estación espacial a -95°C durante 9 meses mantenía una fertilidad normal.

De todos modos, lo concreto es que, al día de hoy, no es siquiera posible congelar un órgano sin dañarlo.
De hecho, cuando se transporta para un trasplante se conserva a 4°C.

*No se avanzó mucho en criopreservación.
Estamos casi como hace 30 años y discutiendo algunas mejoras*, reconoce Rodríguez.



Walt Disney soñó con prolongar su existencia más allá de la muerte y confió a los suyos que congelaran su cuerpo una vez que el cáncer de pulmón que padecía acabara con él, falleció en 1966.
Deseaba ser el primero en someterse a un proceso de criopreservación con la idea de que algún día, cuando los adelantos médicos lo permitieran, pudieran despertarle de su *letargo* para volver a ser el que fue.
Muchos creyeron entonces en aquella utopía;
todavía hoy hay quienes piensan que el dibujante permanece a 196 grados bajo cero en alguna cápsula de aluminio a la espera de que la ciencia lo devuelva a la vida.

Pero el padre de la factoría animada más célebre del mundo nunca pasó por aquel trance.
La familia consideró que era *un capricho* tan infantil como sus criaturas de ficción y acabó incinerando el cadáver, como certifican sus biografías.

Walt no fue criopreservado, aunque el imaginario popular lo tenga como pionero.
Ese lugar lo ocupa en realidad James Bedford, que murió el 12 de enero del 1967.
Minutos antes de exhalar su último aliento, este profesor de Psicología se ponía en manos de la recién constituida Cryonics Society de California, persuadido de que un avance científico lo traería de nuevo a este mundo.

51 años después no se ha obrado el milagro... *Todavía*, recalcan quienes tienen fe ciega en una técnica, tan experimental como controvertida, que dentro de unos años será totalmente viable*.

Así de rotundo lo defiende Albert Estrada, director médico de Cecryon, la empresa valenciana que será la primera en ofrecer un servicio de criopreservación de cadáveres en Europa.
*Tenemos suficientes argumentos para pensar que las personas criopreservadas podrán ser recuperadas algún día* =afirma=.
El principal, la evolución científica y tecnológica. 
En el caso de la criopreservación, las dificultades estriban en problemas técnicos derivados del gran tamaño de un cuerpo humano adulto.

Hace 30 años se empezaron a criopreservar espermatozoides de toro, luego óvulos y embriones, y hoy puede vitrificarse y recuperarse con viabilidad biológica un ovario de oveja o un riñón de conejo.
Luego vendrá el conejo entero, después un gato, un cerdo y finalmente un humano.
*Nuestro compromiso es recuperar a los pacientes cuando la viabilidad de la técnica médica sea tal que puedan reincorporarse a la vida en pleno buen estado de salud*, expone Estrada.

No lo aprecian así en el Observatorio de Bioética y Derecho de la Universidad de Barcelona.
Muy al contrario, consideran que se trata de un negocio más alrededor de la muerte, que genera *falsas expectativas* porque *no hay ningún aval científico, ni jurídico, ni ético* que lo sostenga.
Obtener el *pasaporte* para una hipotética segunda vida no resulta barato.
El cliente debe abonar en vida 200.000 euros.
Y el éxito del procedimiento, apuntan sus introductores en España, dependerá de la rapidez con que se actúe tras el deceso.

*Una vez declarado clínicamente muerto, los tejidos del individuo empiezan a dañarse por efecto de la hipoxia* explica Estrada.
Cuando el corazón deja de latir, no llega oxígeno a los órganos y el cerebro es el más sensible a este déficit.
El especialista en Bioquímica Clínica prosigue la descripción del proceso:

*Es crucial mantener la circulación sanguínea, bajar la temperatura corporal con agua y hielo y pinchar heparina al cadáver, para evitar que se formen coágulos que obstruyan el árbol vascular e impidan posteriormente administrarle unas sustancias crioprotectoras*, una especie de anticongelante destinado a evitar la formación de cristales.

Este es en síntesis el procedimiento, *extremadamente lento* para que no se produzcan fracturas =puede conllevar hasta cinco días=, que Cecryon tiene previsto llevar a cabo en las instalaciones acondicionadas en el tanatorio privado del Parque San Jaime de Ribarroja, en Valencia.
Una superficie de 1.500 metros cuadrados en la que se han invertido más de un millón de euros y donde dos clientes, según la empresa, ya tienen preparadas sus criocápsulas.

Allí permanecerán *sine die* en nitrógeno líquido, a la espera de recuperar la vida algún día.
Y si fuera así, ¿en qué estado volverían a este mundo?
¿Recordarían su vida anterior?
Estrada no alberga dudas:

*Conservarán toda su memoria*.
Lo argumenta:

*Hoy en día se vitrifican y recuperan pequeños gusanos a los que previamente se ha adiestrado para buscar comida en un determinado lugar ante un estímulo olfatorio, y siguen recordando lo aprendido después de pasar por el proceso. 
También sabemos que las personas que se han recuperado de periodos de más de dos horas con el corazón parado y sin actividad cerebral conservan sus recuerdos y la personalidad intacta*.

Para la Sociedad Española de Bioética, no parece que el ejemplo del gusano sea extrapolable al ser humano, *cuando tenemos 200 tipos diferentes de células y millones de ellas en nuestro cuerpo*, recalca Francisco José Ramiro, profesor de Bioética y miembro de esta institución.

*Lo realmente complicado es que esas células no mueran durante la congelación, y a día de hoy no hay ninguna evidencia experimental sobre los procesos de congelación y descongelación.
Desde un punto de vista médico, se antoja poco serio.
Y en el plano ético, es jugar con los deseos de pervivencia de las personas*, enfatiza.



La criopreservación, aunque esté a punto de dar sus primeros pasos en España y el resto de Europa, no es una práctica novedosa.
En Estados Unidos hay unas 350 personas criopreservadas, y en Rusia, medio centenar.
Estrada está convencido del éxito de su negocio, *porque somos la única alternativa viable una vez que la tecnología médica actual no puede hacer nada más por el paciente*.

Este médico creció escuchando hablar de vencer a la muerte.
Es un objetivo que comparte con su padre, el neurofisiólogo Luis Estrada, presidente de la Sociedad Criónica Española.
Albert es consciente de los recelos que despiertan estas técnicas *revolucionarias* en la profesión.

*Yo no tengo afán de hacer proselitismo ni de venderle el producto a nadie; quien quiera morirse, que se muera*, sentencia.
Se enfrentan a la incredulidad en la profesión y también a las reglas administrativas, *como cualquier otra actividad en España*, esgrime Estrada.

La legislación de carácter nacional no recoge ninguna norma específica sobre la criogenización de cuerpos sin vida con vistas a su recuperación en el futuro, cuando la enfermedad causante de la muerte pueda ser curada.
El artículo 6 del Decreto 2263/1974, de 20 de julio, establece que el destino final de todo cadáver ha de ser uno de los tres siguientes:
el enterramiento en lugar autorizado, la incineración o la inmersión en alta mar.

La criopreservación consiste en bajar la temperatura del cuerpo humano hasta los -130 grados, extraer la sangre y sustituirla por un líquido criogénico, *una especie de anticongelante*, para conservarlo.
Después, se introduce en una cápsula con nitrógeno líquido.
La idea es mantenerlo así hasta que la medicina halle la curación a la enfermedad que causó la muerte.

*El objetivo es que la persona pueda incorporarse a la vida en pleno estado de salud*, explica Albert Estrada.

Existen solo tres organizaciones en todo el planeta que ofrecen este servicio:
el Cryonics Institute-CI, en el Estado norteamericano de Michigan;
Alcor, en el de Arizona, y el KrioRus, en Rusia.
En total, hay unas 400 personas criopreservadas =350 en EE UU y el resto, en Rusia=.
¿Es legal en España?

El artículo 6 del Decreto 2263/1974, de 20 de julio, establece que el destino final de todo cadáver ha de ser el enterramiento en un lugar autorizado, la incineración o la inmersión en el mar.
La legislación no recoge ninguna norma específica sobre criopreservación.

200.000 euros, más IVA, es la tarifa que ha establecido la empresa Cecryon para todas aquellas personas que quieran ser sometidas a un proceso de criopreservación tras su muerte.
El pago, obviamente, es por anticipado.

Pero, según Estrada, la normativa autonómica valenciana reconoce que un cuerpo humano se puede preservar.
*Tenemos licencia como tanatorio y la Administración sólo nos exige disponer de un horno crematorio para preservar las garantías sanitarias.
Aunque nunca lo usaremos, creen que es necesario por si algún cadáver sufriera putrefacción y hubiera que incinerarlo*, detalla.
El Ayuntamiento de Ribarroja del Turia confirma la licencia de la empresa para operar como tanatorio, *pero solo eso*.

*Si quieren prestar un servicio de criopreservación, tendrán que solicitar una ampliación de la licencia de acuerdo al Reglamento de la Policía Sanitaria Mortuoria de la Consejería de Sanidad.
Con esa documentación, preguntaremos a la Administración autonómica qué requisitos técnicos debe cumplir el proyecto para darle finalmente el permiso.
En la actualidad, no lo tienen*, zanja el alcalde, Roberto Raga.

La criopreservación consiste en bajar la temperatura del cuerpo humano hasta los -130 grados, extraer la sangre y sustituirla por un líquido criogénico, *una especie de anticongelante*, para conservarlo.
Después, se introduce en una cápsula con nitrógeno líquido.
La idea es mantenerlo así hasta que la medicina halle la curación a la enfermedad que causó la muerte.
*El objetivo es que la persona pueda incorporarse a la vida en pleno estado de salud*, explica Albert Estrada.



El 12 de enero de 2018 se cumplieron 51 años desde que fue criogenizado el norteamericano James Bedford, profesor de Psicología de la Universidad de California, que falleció a los 73 años como consecuencia de un cáncer de riñón.
Fue la primera persona encapsulada en espera de avences médicos suficientes para vencer a la muerte.
Lo metieron en hielo y lo mantuvieron conectado a una máquina de respiración artificial.

Después le inyectaron dimetilsulfóxido, un líquido que se empezó a usar como crioconservante, y se le congeló con hielo seco antes de sumergirlo en nitrógeno líquido.
Hoy permanece en la Fundación Alcor Life Extension.

No more comments....

Fuerte abrazo.







Gilgamesh***

Fuentes;
-nexciencia
-laverdad

martes, 15 de enero de 2019

* Cementerios; algo nuevo hay que hacer *

***Feliz Martes para todxs.

Tema escabroso...de esos que uno evita pensar, pero que el Domingo pasado, al mirar uno de los pocos programas de la TV local que valen la pena, me quedé impresionado y pasmado. 
Alguna vez he pensado en ésto y lo hemos tratado aquí, pero con el correr de los años creo que el análisis se enriquece y puede cambiar.
Hablo de los *Cementerios*.

En Rosario hay unos 4 o en realidad 5 contando el de la lindera localidad de Granadero Baigorria.
Después de prohibidas las sepulturas bajo las iglesias y los campo santos lindantes, los cementerios se ubicaron en zonas alejadas del ejido urbano. 
Aquí, la prohibición la dictó en persona el famoso obispo Benito Lué el 15 de abril de 1810.

En 1856, se inauguró El Salvador, que pasado un tiempo también quedó atrapado entre edificaciones residenciales. 
Lo mismo le sucedió al de Disidentes
La Piedad se inauguró en 1886 en forma precaria, por cuanto recién en 1897 se terminaron las obras y en 1907 fue bautizado. 
El Israelita se creó más adelante en tierras lindantes a la ampliación de La Piedad, frente al predio original. 
El llamado Nuevo Israelita tiene su predio por avenida de Circunvalación a la altura de los anteriores cementerios.

El Cementerio La Piedad, donde fuera sepultada mi Abuela Materna por ejemplo, es un enorme predio de 24 hectáreas..con unas 40 mil sepulturas..
El Salvador, 5 hectáreas y 50 mil tumbas, estimativamente.
Luego el de Disidentes, personas que no adherían al catolicismo no se les permitía ser sepultadas en los cementerios existentes ante lo cual crearon su propio predio de unas dos manzanas.
Finalmente el Israelí, Viejo y Nuevo, exclusivo para judíos.

La sepultura en los cementerios es *legalmente obligatoria*, muchas veces viendo el vil comercio que rodea a la muerte y a la sepultura pensé en cómo se nos ha cercenado el derecho por ejemplo, de poder ser sepultado en el jardín de mi casa, pero claro..el problema es que si el día de mañana a mí se me ocurre que me entierren en el patio de mi casa y al vecino enterrar a su esposa en el patio, cuando nos damos cuenta el barrio está lleno de tumbas sin cumplir con los requisitos sanitarios, que no son algo menor.

Y he allí entonces la necesidad de los cementerios más que nada por una cuestión sanitaria.
Pero..muchos de ustedes en sus ciudades habrán podido alguna vez tomar nota del desborde y colapso de esos cementerios.
Saqueo de tumbas, robo de placas de bronce, vandalismo, y la imposibilidad del Estado del mantenimiento de esos predios.
Cómo no entonces...el surgimiento de la nueva tendencia de la *cremación*.
En cierta forma haría desaparecer los cementerios y los graves problemas que éstos acarrean.

Pero...yo al menos, en el caso de mi envase , quisiera que volviera a la tierra, pero a su vez tampoco ser una carga para la familia porque se suele estar pagando toda una vida la *tasa del cementerio*, el derecho a estar en ese pequeño espacio de tierra.

Por un lado el deseo propio y por otro el deseo de no ser una molestia futura después de morir, tampoco un despojo ultrajado tal como vemos en ese caos del vandalismo y la desidia estatal.

Creo que se debería modificar todo, efectivamente no es recomendable una sepultura domiciliaria, entonces, quienes tengan la voluntad de ser enterrados y no cremados, deberían tener un plazo a establecer, se me ocurre el tiempo necesario pensando en que esos restos ya no sean contaminantes y puedan ser reducidos si es que el familiar quiere llevárselos o bien optar por la destrucción de ellos.

Ésto reduciría a un mínimo el espacio que ocupan los cementerios actualmente, cumpliría con la norma sanitaria y a la vez con el deseo del fallecido, y, del deudo liberándolo de pagar por siempre, por algo que ya no tiene sentido.

Después de todo ésto..no tengo dudas que más de uno dirá; *Con la cremación te ahorrás todo ese lío*, y es cierto, pero hay que tener en cuenta a quienes no deseamos ese método entonces nos quedamos atorados entre la practicidad y la voluntad de elección.

Todo un tema que nuestros gobernantes tendrían que definir alguna vez, porque resulta indignante y ya fuera de control lo que sucede con los cementerios.
En China por ejemplo, todo ésto se fué hacia los extremos, vean qué terrible;



-Un anciano trata de evitar que las autoridades se lleven el ataúd en el que quiere ser enterrado metiéndose en él y protegiéndolo con su cuerpo. 
Una anciana llora desesperada en el suelo cuando se llevan el suyo. 
En fotografías y vídeos compartidos en las redes sociales chinas, se ve a funcionarios que en un velatorio sacan el cadáver y confiscan el féretro a la fuerza mientras los familiares se llevan las manos a la cabeza. 
O cómo la Policía amontona miles de ataúdes y las excavadoras los destrozan. 
Son algunas de las escenas de dolor, furia y desesperación que se han repetido a lo largo de toda la semana en la provincia china de Jiangxi.

La causa es una campaña institucional que prohíbe a las personas en esta provincia del sureste de China enterrar a sus muertos. 
El Gobierno provincial quiere promover las incineraciones para así ahorrar tierras y destinarlas al cultivo. 
Con el objetivo de llegar a la cifra de *cero entierros*, las autoridades en las regiones rurales están librando una guerra contra la práctica tradicional del entierro. 
Una guerra que los más ancianos ni entienden ni comparten.

El Gobierno de esta provincia de 45 millones de habitantes empezó prohibiendo poseer o hacer ataúdes, de modo que los funcionarios han pasado los últimos seis meses confiscando féretros. 
Primero los que los ciudadanos entregaban de forma voluntaria: 5.800 de 24 aldeas y municipios en el condado de Gaoan, las autoridades ofrecieron unos 2.000 yuanes, 252 euros, por ataúd como compensación.

Según Zhu Wei, profesor de la Universidad China de Ciencias Políticas y Derecho, el cambio en la política funeraria debería implementarse gradualmente. 
*La reforma fúnebre verde es parte del desarrollo de China, pero debe encontrar un equilibrio con la tradición*, dijo Zhu, y agregó que la gente *necesita hasta 20 años para aceptar el cambio*.

Un hombre de 29 años de una aldea remota de Jian, que se negó a ser identificado por temor a represalias, contaba a los medios estatales cómo los funcionarios habían confiscado dos ataúdes de la casa de sus abuelos, que tienen más de 70 años.

*Estos féretros habían sido almacenados en pasillos ancestrales y habían estado con mis abuelos durante más de 30 años, ya que fueron hechos por carpinteros que usaban madera cultivada en nuestra propia tierra*.

Hay que buscar una solución como decía antes, pero también hay que contemplar la voluntad y la creencia buscando un punto intermedio que pueda conformar a ambas partes. Si no se buscan soluciones a éste tema me temo que con el certificado de defunción por extinción del hálito vital, nuestros cuerpos ya no serán más *nuestros* y pasarán a ser propiedad del Estado quien decidirá qué hacer con ellos, algo que vendría a quitar otro de los pocos derechos que quedan y es la decisión de lo que uno haga o no haga con su cuerpo, sea en vida o ya sin vida.

Pero ésto que verán a continuación y que considero un excelente material, muestra a las claras que el sistema actual de los cementerios..no dá para más.



La Piedad, Cementerio donde estaba mi Abuela Encarnación, y recuerdo un día, yo muy pequeño, ir con mi Madre a llevarle flores, ya en ese tiempo el panorama era patético, me quedó grabado a fuego en la mente ver tumbas rotas e incluso féretros, algo que me hizo decidir por el resto de mi vida, nunca más ir a un Cementerio.

Por eso es que abogo para que ésto cambie, no concibo al cementerio como lo que es, simplemente lo considero útil por cuestiones sanitarias y por un tiempo limitado, como decía antes, para quienes tenemos la voluntad de retornar a la tierra hasta que nuestro organismo se funda con lo natural, después, después de ese plazo, se eliminaría toda la calamidad que el ritual de la muerte y el vil negocio perpetúan en el tiempo sin ningún sentido, más que los caprichos suntuosos o la idea de una resurrección que... vamos...Cristo no necesita despojos para algo que ya ha sido hecho desde el día en que vino a dar vueltas las esferas de los dioses de la muerte.

Gilgamesh***

Fuentes;
-larazon

viernes, 8 de abril de 2016

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 22 *

***Hermosa noche de Viernes para todos.

Penúltima entrega de la larga saga de Pomés;

Las entidades también se presentan justo después de la luz. Por lo general, si lo hacen, no se presentan los familiares, y viceversa. El aspecto es idealizado: túnicas blancas, volátiles, infunden tranquilidad al que está pasando por el vértigo del túnel para aflorar en la luz cegadora y encontrarse con el personaje. Estas referencias ocupan un lugar primordial en prácticamente todas las culturas y todas las religiones del mundo. En la nuestra, cristiana y occidental, podríamos denominarlos ángeles por su peculiar aspecto. 

En religiones tan antiguas como la de los mazdeístas también se describe el encuentro con familiares ya fallecidos. Más aún, en unos textos denominados Datastan-i-Denik se afirma que las almas recién llegadas al más allá son prevenidas por amigos o por familiares ya fallecidos, que les informan de todas las bondades de su nueva estancia en ese reino extraterrenal.
Sutherland también describe otro caso en el que una mujer que había padecido una ECM se encontró con dos niñas pequeñas, una de las cuales dijo llamarse Olivia. Al recuperar la consciencia y contarle el suceso a su madre observó una intensa reacción emocional, hasta que ella le contó que Olivia era una hermana mayor que había fallecido antes de su nacimiento.



Otro testimonio interesante relata: *Tenía tan solo ocho años cuando a raíz de un ataque de asma me encontré tumbada en una mesa de comedor enorme con el médico mirándome y mis padres alrededor. Recuerdo la enorme lámpara encima de mí. De repente, las voces empezaron a ser más lejanas y la luz más intensa. Mi sensación de malestar por no respirar pasó a ser bienestar, era como si sintiera que flotaba. Tan solo veía una intensa luz blanca. En la parte izquierda de esa luz vi una imagen de una mujer guapísima. Nadie me habló, solo sé que me sentía bien. Respiraba perfectamente y no me dolía nada. 

No sé cuánto tiempo pasó, tan solo sé que, poco a poco, volví a ir escuchando las voz del médico y vi a mis padres llorar, hasta que todo fue normal y volví a ver la lámpara encima de mí*. Los encuentros con Dios tampoco resultan extraños a los niños. Por ejemplo, Fenwick apunta el caso de un niño que sufrió una ECM debido a una meningitis y que súbitamente se encontró en otro mundo lleno de belleza. El chico relata: *Y entonces se supone que me encontraba en presencia de Dios, a pesar de que no podía verle. Me cubrió con una fuerza invisible que me hizo sentir cálidamente seguro*.



El doctor Eben Alexander, neurocirujano desde hace más de veinticinco años, ha trabajado en instituciones tan prestigiosas como la Facultad de Medicina de Harvard y ha lidiado con cientos o quizás miles de pacientes que sufrían tumores cerebrales, aneurismas, infecciones o accidentes cerebrovasculares, muchos de ellos rendidos a estados comatosos. Según cuenta el Dr. Gaona, el día 10 de noviembre del año 2008 el propio doctor Alexander sufrió un coma debido a una infección de meninges provocada por una bacteria. 

Pocas horas después se encontraba en la Unidad de Cuidados Intensivos bajo ventilación asistida, atendido por sus propios compañeros. Después de varios días de ser tratado con cantidades ingentes de antibióticos sin responder a los mismos, los médicos comenzaron a perder las esperanzas respecto a su vida y más aún en referencia a su recuperación. Sin embargo, siete días después le fue retirada la ventilación asistida, y, poco a poco, el doctor Alexander comenzó a recuperar la consciencia. Los recuerdos del coma se encontraban inmersos en una inmensa niebla donde las memorias aparecían fragmentadas. El médico había perdido el habla, así como multitud de funciones cognitivas.



Durante el coma dijo encontrarse en una situación prácticamente idílica, con la consciencia totalmente alerta y despierta. Tuvo la experiencia de ser transportado por bellos paisajes en una especie de mariposa gigante. El doctor, al igual que en los mejores relatos de fantasía, iba sentado en una de sus alas mientras recorría inmensas extensiones de terreno durante un tiempo que, bajo ese estado comatoso, le resultaba imposible de precisar. Pero quizás no sea eso lo más llamativo, ya que durante esos viajes le acompañaba otra persona: una chica de unos diecinueve años que le protegía y consolaba durante su estancia en esa especie de más allá. 

En muchas ocasiones, según el doctor Alexander, la chica que actuaba de acompañante iba sentada en la otra ala de la misma mariposa. Mientras, telepáticamente, se comunicaban e intercambiaban información. La bella muchacha le consolaba y le fortalecía, asegurándole que su recuperación se encontraba cercana. Una vez que el doctor Alexander se recuperó del coma, comentó esta historia a sus padres, intentando encontrar algún tipo de significado que pudiera orientarle. Para su sorpresa, los padres le comunicaron que él había sido adoptado siendo muy niño.



El pobre Alexander no salía de una sorpresa para caer rápidamente en otra. No satisfecho con la explicación que le habían otorgado sus padres respecto a su adopción, comenzó a buscar, a través de los Servicios Sociales del Estado de Virginia, quiénes eran sus padres biológicos. Una vez que logró dar con sus nombres y dirección tuvo la valentía de ir a visitarles. Huelga decir que el encuentro fue de lo más emotivo. Durante esta entrevista con los padres biológicos, el médico relató la situación límite que había experimentado unos meses antes y, lógicamente, hizo hincapié en la aparición de esa figura femenina, de aproximadamente diecinueve años, que le había escoltado y protegido durante el tiempo de la enfermedad. 

Los padres biológicos se abrazaron y comenzaron a sollozar, para sorpresa del neurocirujano. Había ocurrido algo impensable: el personaje al que se refería Alexander en sus minuciosas descripciones no era otro que una hermana biológica que había fallecido años antes, cuando tenía la misma edad que el personaje que había acompañado al medico en su ECM. La madre salió del cuarto donde se habían reunido y regresó pocos momentos después con una fotografía, cuyo rostro era precisamente el de la mujer joven que vio el doctor durante la ECM.



El doctor Alexander, al igual que muchas otras personas que han sufrido ECM, atravesó un intenso y positivo cambio de personalidad que ha hecho que, en la actualidad, sea una persona más proclive a centrarse en las cuestiones no materiales. Según un testimonio que sufrió una ECM: *En una de mis visitas a la luz me fue revelado que la frecuencia de aparición de las ECM irían incrementándose entre los humanos y que, una vez alcanzada una masa crítica, se produciría un enorme efecto sobre la humanidad. Toda esta gente que vuelve de la muerte te está diciendo que hay mucho más allá de lo que pensamos*. 

Dorothy Counts describe el caso de un habitante de la Melanesia que durante su ECM paseaba por campos de flores y de luces, incluso por caminos en los que debía escoger su sendero. Al llegar a una casa vio niños, sobre plataformas, encima de las ventanas y de las puertas. La casa parecía rotar sobre un eje mientras la persona, inmóvil, tan solo veía su exterior. Una vez dentro, la cosa pareció cambiar: *Había todo tipo de cosas dentro de esta casa y yo quería verlas todas. Algunos hombres trabajaban con acero, otros construían barcos y otro grupo construía automóviles*.



Estos entornos que se presentan durante las ECM positivas suelen ser realmente espectaculares. Por ejemplo, los budistas llegan a encontrarse en paraísos llenos de lagos, joyas, bellas fuentes y flores, y se escuchan constantemente los textos sagrados. Es un reino donde no existe ningún tipo de necesidad ni sufrimiento. Las personas que han alcanzado este paraíso se sientan sobre lotos en el centro de un lago cristalino. En el caso de los musulmanes el Corán afirma que el paraíso está constituido por aguas cristalinas, especialmente atractivas para los árabes que viven en el desierto. 

Asimismo, el paraíso está plagado de los más exquisitos metales y piedras preciosas. Sin embargo, la mayor alegría que está esperando a los creyentes en el paraíso no son los bienes materiales, sino los espirituales y la alegría de poder ver a Alá. Al mismo tiempo, el infierno de los musulmanes se parece mucho al cristiano, en el que el elemento fuego es el principal. Respecto a estos entornos, vale la pena plasmar la experiencia que tuvo una mujer durante una cesárea de urgencias que se complicó debido a una intensa hemorragia: *Fue en septiembre de 1994. Me introducen en la sala de quirófano, ya que me van a practicar una cesárea.



Los enfermeros me atan con unas cintas de cuero y hay gran movimiento de gente vestida de verde. Me están preparando para la intervención. Un señor con mascarilla me coloca una transparente. El aire que respiro parecía solo eso, aire, no olía a nada. Me dice aquel hombre que ha llegado el momento y que van a comenzar. Me asusté muchísimo y le dije: ¡Espere, cómo va a empezar, aún estoy despierta!. Comencé a gritar y removerme pidiendo que esperaran, cuando unos segundos después me quedé profundamente dormida. Al principio eran sueños de lo más vulgares, los típicos. 

De repente sonó un golpe seco y se volvió todo negro. Los sueños cesaron totalmente. Pude estar así unos segundos. Entonces aparecí volando. Era un vuelo rápido y rasante, sobre un espectacular campo de girasoles de unos colores especiales. No se veía cielo, solo una luz de fondo preciosa que cada vez se fue haciendo más y más amplia, hasta que las flores desaparecieron y todo fue inundado por esa luz. Una luz preciosa, brillante, como azulada. En poco tiempo sentí como si me empujaran hacia abajo y me vi en el exterior del hospital. Podía ver tanto el interior del quirófano como el exterior, todo desde arriba. Vi cómo me estaban reanimando*.



Gilgamesh***

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