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viernes, 8 de abril de 2016

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 22 *

***Hermosa noche de Viernes para todos.

Penúltima entrega de la larga saga de Pomés;

Las entidades también se presentan justo después de la luz. Por lo general, si lo hacen, no se presentan los familiares, y viceversa. El aspecto es idealizado: túnicas blancas, volátiles, infunden tranquilidad al que está pasando por el vértigo del túnel para aflorar en la luz cegadora y encontrarse con el personaje. Estas referencias ocupan un lugar primordial en prácticamente todas las culturas y todas las religiones del mundo. En la nuestra, cristiana y occidental, podríamos denominarlos ángeles por su peculiar aspecto. 

En religiones tan antiguas como la de los mazdeístas también se describe el encuentro con familiares ya fallecidos. Más aún, en unos textos denominados Datastan-i-Denik se afirma que las almas recién llegadas al más allá son prevenidas por amigos o por familiares ya fallecidos, que les informan de todas las bondades de su nueva estancia en ese reino extraterrenal.
Sutherland también describe otro caso en el que una mujer que había padecido una ECM se encontró con dos niñas pequeñas, una de las cuales dijo llamarse Olivia. Al recuperar la consciencia y contarle el suceso a su madre observó una intensa reacción emocional, hasta que ella le contó que Olivia era una hermana mayor que había fallecido antes de su nacimiento.



Otro testimonio interesante relata: *Tenía tan solo ocho años cuando a raíz de un ataque de asma me encontré tumbada en una mesa de comedor enorme con el médico mirándome y mis padres alrededor. Recuerdo la enorme lámpara encima de mí. De repente, las voces empezaron a ser más lejanas y la luz más intensa. Mi sensación de malestar por no respirar pasó a ser bienestar, era como si sintiera que flotaba. Tan solo veía una intensa luz blanca. En la parte izquierda de esa luz vi una imagen de una mujer guapísima. Nadie me habló, solo sé que me sentía bien. Respiraba perfectamente y no me dolía nada. 

No sé cuánto tiempo pasó, tan solo sé que, poco a poco, volví a ir escuchando las voz del médico y vi a mis padres llorar, hasta que todo fue normal y volví a ver la lámpara encima de mí*. Los encuentros con Dios tampoco resultan extraños a los niños. Por ejemplo, Fenwick apunta el caso de un niño que sufrió una ECM debido a una meningitis y que súbitamente se encontró en otro mundo lleno de belleza. El chico relata: *Y entonces se supone que me encontraba en presencia de Dios, a pesar de que no podía verle. Me cubrió con una fuerza invisible que me hizo sentir cálidamente seguro*.



El doctor Eben Alexander, neurocirujano desde hace más de veinticinco años, ha trabajado en instituciones tan prestigiosas como la Facultad de Medicina de Harvard y ha lidiado con cientos o quizás miles de pacientes que sufrían tumores cerebrales, aneurismas, infecciones o accidentes cerebrovasculares, muchos de ellos rendidos a estados comatosos. Según cuenta el Dr. Gaona, el día 10 de noviembre del año 2008 el propio doctor Alexander sufrió un coma debido a una infección de meninges provocada por una bacteria. 

Pocas horas después se encontraba en la Unidad de Cuidados Intensivos bajo ventilación asistida, atendido por sus propios compañeros. Después de varios días de ser tratado con cantidades ingentes de antibióticos sin responder a los mismos, los médicos comenzaron a perder las esperanzas respecto a su vida y más aún en referencia a su recuperación. Sin embargo, siete días después le fue retirada la ventilación asistida, y, poco a poco, el doctor Alexander comenzó a recuperar la consciencia. Los recuerdos del coma se encontraban inmersos en una inmensa niebla donde las memorias aparecían fragmentadas. El médico había perdido el habla, así como multitud de funciones cognitivas.



Durante el coma dijo encontrarse en una situación prácticamente idílica, con la consciencia totalmente alerta y despierta. Tuvo la experiencia de ser transportado por bellos paisajes en una especie de mariposa gigante. El doctor, al igual que en los mejores relatos de fantasía, iba sentado en una de sus alas mientras recorría inmensas extensiones de terreno durante un tiempo que, bajo ese estado comatoso, le resultaba imposible de precisar. Pero quizás no sea eso lo más llamativo, ya que durante esos viajes le acompañaba otra persona: una chica de unos diecinueve años que le protegía y consolaba durante su estancia en esa especie de más allá. 

En muchas ocasiones, según el doctor Alexander, la chica que actuaba de acompañante iba sentada en la otra ala de la misma mariposa. Mientras, telepáticamente, se comunicaban e intercambiaban información. La bella muchacha le consolaba y le fortalecía, asegurándole que su recuperación se encontraba cercana. Una vez que el doctor Alexander se recuperó del coma, comentó esta historia a sus padres, intentando encontrar algún tipo de significado que pudiera orientarle. Para su sorpresa, los padres le comunicaron que él había sido adoptado siendo muy niño.



El pobre Alexander no salía de una sorpresa para caer rápidamente en otra. No satisfecho con la explicación que le habían otorgado sus padres respecto a su adopción, comenzó a buscar, a través de los Servicios Sociales del Estado de Virginia, quiénes eran sus padres biológicos. Una vez que logró dar con sus nombres y dirección tuvo la valentía de ir a visitarles. Huelga decir que el encuentro fue de lo más emotivo. Durante esta entrevista con los padres biológicos, el médico relató la situación límite que había experimentado unos meses antes y, lógicamente, hizo hincapié en la aparición de esa figura femenina, de aproximadamente diecinueve años, que le había escoltado y protegido durante el tiempo de la enfermedad. 

Los padres biológicos se abrazaron y comenzaron a sollozar, para sorpresa del neurocirujano. Había ocurrido algo impensable: el personaje al que se refería Alexander en sus minuciosas descripciones no era otro que una hermana biológica que había fallecido años antes, cuando tenía la misma edad que el personaje que había acompañado al medico en su ECM. La madre salió del cuarto donde se habían reunido y regresó pocos momentos después con una fotografía, cuyo rostro era precisamente el de la mujer joven que vio el doctor durante la ECM.



El doctor Alexander, al igual que muchas otras personas que han sufrido ECM, atravesó un intenso y positivo cambio de personalidad que ha hecho que, en la actualidad, sea una persona más proclive a centrarse en las cuestiones no materiales. Según un testimonio que sufrió una ECM: *En una de mis visitas a la luz me fue revelado que la frecuencia de aparición de las ECM irían incrementándose entre los humanos y que, una vez alcanzada una masa crítica, se produciría un enorme efecto sobre la humanidad. Toda esta gente que vuelve de la muerte te está diciendo que hay mucho más allá de lo que pensamos*. 

Dorothy Counts describe el caso de un habitante de la Melanesia que durante su ECM paseaba por campos de flores y de luces, incluso por caminos en los que debía escoger su sendero. Al llegar a una casa vio niños, sobre plataformas, encima de las ventanas y de las puertas. La casa parecía rotar sobre un eje mientras la persona, inmóvil, tan solo veía su exterior. Una vez dentro, la cosa pareció cambiar: *Había todo tipo de cosas dentro de esta casa y yo quería verlas todas. Algunos hombres trabajaban con acero, otros construían barcos y otro grupo construía automóviles*.



Estos entornos que se presentan durante las ECM positivas suelen ser realmente espectaculares. Por ejemplo, los budistas llegan a encontrarse en paraísos llenos de lagos, joyas, bellas fuentes y flores, y se escuchan constantemente los textos sagrados. Es un reino donde no existe ningún tipo de necesidad ni sufrimiento. Las personas que han alcanzado este paraíso se sientan sobre lotos en el centro de un lago cristalino. En el caso de los musulmanes el Corán afirma que el paraíso está constituido por aguas cristalinas, especialmente atractivas para los árabes que viven en el desierto. 

Asimismo, el paraíso está plagado de los más exquisitos metales y piedras preciosas. Sin embargo, la mayor alegría que está esperando a los creyentes en el paraíso no son los bienes materiales, sino los espirituales y la alegría de poder ver a Alá. Al mismo tiempo, el infierno de los musulmanes se parece mucho al cristiano, en el que el elemento fuego es el principal. Respecto a estos entornos, vale la pena plasmar la experiencia que tuvo una mujer durante una cesárea de urgencias que se complicó debido a una intensa hemorragia: *Fue en septiembre de 1994. Me introducen en la sala de quirófano, ya que me van a practicar una cesárea.



Los enfermeros me atan con unas cintas de cuero y hay gran movimiento de gente vestida de verde. Me están preparando para la intervención. Un señor con mascarilla me coloca una transparente. El aire que respiro parecía solo eso, aire, no olía a nada. Me dice aquel hombre que ha llegado el momento y que van a comenzar. Me asusté muchísimo y le dije: ¡Espere, cómo va a empezar, aún estoy despierta!. Comencé a gritar y removerme pidiendo que esperaran, cuando unos segundos después me quedé profundamente dormida. Al principio eran sueños de lo más vulgares, los típicos. 

De repente sonó un golpe seco y se volvió todo negro. Los sueños cesaron totalmente. Pude estar así unos segundos. Entonces aparecí volando. Era un vuelo rápido y rasante, sobre un espectacular campo de girasoles de unos colores especiales. No se veía cielo, solo una luz de fondo preciosa que cada vez se fue haciendo más y más amplia, hasta que las flores desaparecieron y todo fue inundado por esa luz. Una luz preciosa, brillante, como azulada. En poco tiempo sentí como si me empujaran hacia abajo y me vi en el exterior del hospital. Podía ver tanto el interior del quirófano como el exterior, todo desde arriba. Vi cómo me estaban reanimando*.



Gilgamesh***

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jueves, 7 de abril de 2016

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 21 *

***Bella noche de Jueves para todos.
Ha llegado el Otoño, llueve y me resulta una buena noche como para ir culminando algo pendiente, la gran saga de Manuel Sancho Pomés.
Restan apenas tres partes, así que vamos a ir dándole espacio al final de éste larguísimo informe ya que tengo otro en gatera esperando la salida de Pomés;

Por ejemplo, Pim van Lommel relata el caso de un hombre que durante una parada cardiorrespiratoria se encontró con un desconocido. Pasados varios días después de ser resucitado, este hombre supo, a través de su madre, que su nacimiento había sido fruto de una relación extramatrimonial con una persona que había muerto durante la guerra. Una vez que la madre le enseñó una fotografía de su padre biológico, reconoció de manera inmediata a la persona que había visto durante la ECM. Otro testimonio dice: *Mi madre sufrió un infarto de miocardio y estuvo muerta durante varios interminables minutos. Los médicos la resucitaron, y después de torturas indecibles la llevamos a casa. 

Nunca le comentamos lo de su muerte. Cuando se pudo comunicar nos hablaba de un hombre de oro que la llevó por un palacio ubicado sobre las montañas y que en los cuadros colgados de las paredes vio, en tres dimensiones, asuntos de la familia que ya habían sucedido*. Un interesante estudio realizado por Emily Kelly, en 2001, describió, al analizar 74 casos, un total de 129 encuentros con espíritus. La mayor parte de estos casos =81 %=, relacionados con personas que habían sufrido una ECM, consistió en encuentros con personas ya fallecidas de la generación anterior, en su mayoría de la propia familia.



El resto =16 %= fue con personas de la propia generación, como parejas o familiares, e, increíblemente, una parte =2 %= fue con personas de la próxima generación =hijos o sobrinos=. Más aún, esta autora fue capaz de clasificar dichos encuentros según su cercanía emocional, de forma que las personas que vivieron estas ECM describieron el encuentro con el espíritu correspondiente como: muy cercano =39 %=, cercano =28 %=, amistoso =13 %= o pobre =3 %=. Un 16 % dijo no conocer a la persona con la que había tenido dicho encuentro.

Curiosamente, Kelly encontró una asociación estadísticamente significativa entre conocer a la persona ya fallecida en dicho encuentro y el haber sufrido la ECM en un contexto de accidente o de parada cardíaca antes que en otro tipo de situación límite vital. 
Asimismo, los encuentros en los que las personas decían haber visto a parientes ya fallecidos también presentaban mayor índice de vivencias relacionadas con el túnel de luz, o bien la alternancia de luz y oscuridad. Otro resultado estadísticamente significativo de este mismo estudio fue la relación de que cuanto más cerca se estuvo de la muerte, mayor era la visión de espíritus de fallecidos.



En otros casos, la experiencia resulta aún más impactante, ya que el encuentro se da con personas ya fallecidas a las que apenas se llegó a conocer y que, según los estudios de psicología actuales, no se podrían rememorar en detalle. A este respecto, un testimonio cuenta: *Tenía unos cinco o seis años de edad cuando tuve una parada cardíaca. Vi a mi madre, que había muerto. Yo no tenía recuerdos de ella porque había fallecido cuando yo solo tenía ocho meses de edad. Me llevaba de la mano y me dijo que no mirara para atrás, pero desobedecí y lo hice: me vi tumbada al lado de mi abuela. Había mucha gente que aparecía por los lados.

Había mucha luz. Me puse a gritar porque al volverme me veía allí tirada, al lado de mi abuela. Mi madre me dijo que si volvía nunca me separara de mi abuela. De repente desperté sobresaltada porque mi abuela me estaba zarandeando y gritándome. Lo más terrible del caso es que mi tía me enseñó una foto de mi madre y me dijo que con esa ropa la habían enterrado*. En otros casos, la presencia de una entidad adquiere forma casi divina: *No sé con quién hablé. No le conozco: tenía una cara muy feliz y su piel reluciente y el pelo castaño. Recuerdo el color de su piel perfectamente, y el viento y la paz.



En fin, fue emocionante. No tengo miedo a volver a sentirlo*. En algunos casos, la persona llega a encontrarse con animales que fueron mascotas suyas. En otros ejemplos no se conoce relación entre la persona que sufre la ECM y el animal. Por ejemplo, Isabel, una persona que ha sufrido en su vida dos ECM debido a su precario estado de salud, nos relata: *La persona de piel dorada me mostró a un espíritu de un perro. Bueno, me hizo recibirlo. Me dijo que en unos días ese animal iba a llegar allí y que tenía que recibirlo. Luego me mostró a alguien y me dijo que ya tenía que irme. Sentí cómo me caía al vacío y ahí desperté, en el quirófano. De lo que me operé no era grave, pero sentía desde hacía tiempo que algo iba a ir mal*.

El contacto y la comunicación tanto con los familiares como con las entidades es telepático. No hay diálogos que resuenen en nuestros oídos. De manera sencilla pero eficaz, nuestras mentes captan como si fuesen verdaderas revelaciones las ideas que nos quieren transmitir y, a diferencia de lo que ocurre en las experiencias extracorpóreas, en las que tan solo podemos oír lo que ocurre fuera, aquí sí hay comunicación bidireccional.



Es el caso que relata un enfermero de un gran hospital, en referencia a un paciente: *El paciente tenía las dos piernas amputadas a causa de un proceso crónico de diabetes. En la segunda operación le seccionaron una arteria accidentalmente y tuvo una gran hemorragia. Me contó que de repente se vio en un prado maravilloso. A lo lejos veía una luz intensa. Él caminaba hacia esa luz que se iba agrandando en intensidad, si bien, antes de llegar a la luz, apareció un ser con pelo y barba blanca que telepáticamente le comunicó que volviera, que no era su tiempo. Y claro que volvió: cuando despertó ya estaba en planta*. 

El hecho de que la comunicación entre el superviviente a la ECM y la forma espiritual sea telepática apunta en la dirección de un universo donde el pensamiento reina sobre todo lo demás. 
Un testimonio relata: *Sentí una voz que me hablaba y me vi en un monte donde había un árbol. Me dijo que era el árbol de la vida. Hablaba con un hombre de piel dorada… Sentía tanta felicidad. Este hombre me dijo un montón de cosas. No las recuerdo todas, pero otras las reservo para mí. Perdonad que lo haga. Sé que sentía mucha fe, esperanza y felicidad. Con todo lo que me dijo llegué a sentir mucha paz*.



En la mayoría de los casos, los familiares, o la entidad, piden al sujeto que vuelva a la vida terrenal. Cosa obvia porque, en caso contrario, habría sido imposible entrevistarles. Seguramente el papel de estos familiares o entidades sea el de actuar de mediadores entre este mundo y el más allá. Quieren protegernos y explicarnos lo que está sucediendo durante nuestro proceso. En el caso de los familiares fallecidos, obviamente ya pasaron por esto y poseen la experiencia necesaria para tranquilizarnos. Resulta también frecuente que dichas entidades, sean de aspecto divino o familiares, hagan confidencias en forma de revelaciones a la persona que padece la ECM. No siempre se recuerdan y, en otras ocasiones, dado que afectan a personas de su entorno, muchos no quieren desvelarlas. 

Un testimonio relata: 
*Ya quisiera acordarme de lo que me contó, pero fue como cuando bajas la voz de la radio. Asentía con la cabeza, pero no recuerdo. Sin embargo, recuerdo que con lo que me decía yo estaba feliz, muy feliz. Me llenó de fe, esperanzas y mucha felicidad …. Lo que más miedo me da es que pronto estaría allí con Él. Me dijo que ese iba a ser mi lugar y también me contó cosas que van a sucederme. Que había que estar preparados.



Tuve una charla muy larga. No recuerdo todos los detalles de lo que me contó, pero no debían de ser malas noticias, porque yo sonreía. Me daba muchas esperanzas, mucha felicidad, y me mostró el rostro de una persona a la que yo amo. Me dijo que iba a estar allí conmigo. En ese momento me hizo caer al vacío con su voz de fondo diciéndome: Ahora tienes que irte*.
Henry Abramovitch nos describe el caso de un paciente que después del túnel se encuentra con un ente divino, con quien establece un diálogo: *El padre me miró con sus ojos penetrantes y expresión seria y en silencio me preguntó: 

¿Qué haces aquí?. Ignoré su pregunta y le dije: Por favor, padre, ayúdeme, alargue su mano y sáqueme de aquí. Él me volvió a preguntar: ¿Qué haces aquí?. Yo contesté: He traído las herramientas conmigo. Pinturas negras y brochas. Quiero pintar y grabar en la roca de esta colina el siguiente verso: Recuerda: amarás al extranjero, al huérfano y a la viuda. Eso no tiene sentido =contestó=. Esas palabras han estado escritas en el Libro desde hace miles de años*.



Resulta llamativo que en culturas tan apartadas de la occidental como la melanesia se tengan visiones tan similares a las occidentales y a las de otros puntos del planeta. Dorothy Counts relata la ECM de un miembro del Parlamento de Kaliai =Melanesia= en la década de 1980: *Vi un grupo de aulu =espíritus de los ancestros= que me enseñaron un camino. Lo seguí y vi a un hombre de piel blanca y hábitos largos y también blancos con barba y cabellos largos. Estaba lleno de luz, como si un foco le fuese dirigido, si bien no había luz en torno a él. A la vez, su luz parecía estar dirigida directamente a mí. Tenía manos grandes que sostenía hacia arriba y con las palmas hacia mí, bloqueando el camino. 

Movió sus dedos como indicando que me detuviese. Me miró y me indicó que volviese por donde había venido*. Bonenfant describe el caso de un niño que sufrió un accidente de automóvil y, tras este suceso, vivió una serie de encuentros con entes conocidos entre los que estaba un tío suyo ya fallecido. Lo llamativo del caso es que el familiar vestía un traje gris, hecho muy significativo, pues no solía ponerse trajes y el niño nunca lo había visto vestido con ellos. La madre comentó a la vuelta a la vida del niño que, justamente, su tío había sido enterrado con un traje similar al descrito en el encuentro del túnel.



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lunes, 21 de marzo de 2016

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 20 *

***Bellísima noche de inicio de Otoño para los del medio mundo hacia abajo, y Primavera para los del medio mundo hacia arriba.

Avanzamos con el estudio de Pomés;

Ciertamente, la mayor parte de las imágenes suelen tener, según parece, una importante carga emotiva, o quizás sean esas las que luego se recuerdan con mayor intensidad. No siempre son necesariamente agradables. Respecto al número de memorias y el entorno en que ocurrían, es interesante mencionar el siguiente testimonio: *Las memorias acudían a mi memoria en su posición temporal exacta. Ni antes ni después. Es como si toda mi vida volviese a suceder otra vez. Miles de imágenes y escenas se sucedían camino al hospital. Me encontraba, literalmente, en una nube de la que salía y entraba de manera esporádica. Era como si algo tuviese un mando a distancia que controlase la aparición de las imágenes y su velocidad de presentación. 

El tiempo era irrelevante, podía ir hacia delante o hacia atrás con suma facilidad*. En Australia, en 1988, Keith Basterfield observó que de doce pacientes que habían sufrido una ECM tan solo dos reportaron haber vivido una revisión vital. Uno de los estudios que más me ha llamado la atención es el realizado por David Rosen, en 1975, en el que encuesta a ocho de un total de diez personas que sobrevivieron a diferentes intentos de suicidio arrojándose desde el mundialmente famoso puente Golden Gate, en la ciudad de San Francisco.



Rosen planteó cuestiones relacionadas con su intento de suicidio, tales como su experiencia como suicidas y alguna posible ECM. El grupo de entrevistados estaba compuesto por siete varones y una mujer, con una edad media de veinticuatro años, y resulta importante reseñar que tres de los ocho se encontraban en tratamiento psiquiátrico previo. Resulta curioso que casi la mitad de ellos afirmara que nunca se habrían intentado suicidar si el puente no hubiera existido. Y también indicaron que el propio nombre, Golden Gate =puerta dorada=, influyó en su fatídica decisión. Para entender qué puede suceder durante esa caída conviene conocer algunos datos. Por ejemplo, la altura en la zona central del puente hasta la superficie del agua es de aproximadamente 70 metros.

Un cuerpo humano llega a alcanzar los 120 km/h antes de impactar contra el agua. Es decir, que el sujeto cae durante un periodo que oscila entre tres y cuatro segundos, y que este breve tiempo puede ser, según parece, eterno para algunas personas. Más aún, en el estudio de Rosen cinco de las ocho personas afirmaron que la caída pareció durar desde horas, hasta una eternidad. Resulta llamativo que en otras situaciones similares, como en las caídas por accidentes de montañismo, se den situaciones similares.



Un aspecto a resaltar es el momento psicológico y nuestras reacciones en el momento del accidente, lo que podría ayudar a comprender cómo, en vez de pánico y embotamiento mental, se viven otros sentimientos más acordes con el tema que estamos tratando.
Por ejemplo, una de las personas que entrevista Rosen afirma: *Era una sensación buena, no grité para nada. Fue la sensación más placentera que nunca he tenido. 
Vi el horizonte y el cielo azul y pensé en lo bello que era todo*. Otro superviviente dijo encontrarse muy tranquilo, como si fuera un sueño y que nunca pensó en que se estaba muriendo. Otro sujeto notó una sensación de alivio y paz durante la caída. 

A algunos parece que la experiencia les haya dejado psicológicamente atrapados en ese momento: *Todavía me encuentro en algún lugar entre el puente y el agua*. Sin embargo, es de resaltar que en el estudio de Rosen ninguno de los ocho supervivientes tuvo la sensación de revisión de la vida. Tan solo uno creyó reconocer a su padre en uno de los empleados del puente que se le acercaron para disuadirle del suicidio y otro llegó a pensar, durante la caída, que era inocente, además de tener un pensamiento acerca de la bondad de su madre.



En el caso de los supervivientes de suicidio con una decisión tomada de antemano, que han meditado sobre su acto y, en muchos casos, han realizado un examen de su vida en los días anteriores, no se suele presentar la revisión brusca y rápida que suele ocurrir en las personas que, por ejemplo, padecen un accidente y necesitan una orientación espaciotemporal, quizás comparando el evento momentáneo y traumático con sus memorias y vivencias anteriores. Es llamativo que la revisión vital se mencione en muchas religiones. Algunas lo encuadran dentro del concepto de juicio vital, que determina las bondades o los errores de nuestras vidas y que catalizan una condena o absolución. 

En definitiva, un balance de la situación en presencia de una entidad que parece entenderlo todo. Más aún, ese entendimiento de lo que aconteció se ve acompañado de valoraciones propias, en las que emociones se van desarrollando paralelas a lo que se desliza delante de nuestros ojos. En el Libro del esplendor =Zohar= de la cábala judía se describen varias tradiciones en relación al destino de la persona y de su propia alma relacionadas con la muerte.



En este caso no es la persona moribunda, sino el mismo Dios el que realiza la revisión: *Cuando Dios decide recibir de vuelta un espíritu humano pasa revisión a todos los días de la vida de esta persona mientras se encontraba en este mundo. Radiante el hombre cuyos días pasen delante del Rey sin culpa alguna, sin que Él rechace ni uno solo debido a un simple pecado*. Una vez que se ha llevado a cabo la revisión de nuestra vida, se produce la decisión de seguir adelante o, por el contrario, volvernos por donde hemos venido. Esta decisión no parece ser del todo voluntaria, ya que en muchas ocasiones la entidad o el familiar que nos ha recibido nos recomienda u ordena, dependiendo de los casos, dejar nuestra muerte real para mejor momento. 

Algunas personas describen en ese escenario a una entidad vestida de blanco que telepáticamente =o al menos sin palabras= establece ese diálogo, mientras el resto de familiares se posiciona silenciosamente en segundo plano. 
Más allá de ellos nadie parece ver o vislumbrar qué es lo que hay. Robert Brumblay afirma cómo el tiempo y el espacio se encuentran íntimamente relacionados desde que se desarrolló la teoría de la relatividad por parte de Albert Einstein.



Si las dimensiones espaciales son percibidas de una manera distinta durante las ECM, también sería de esperar que el tiempo fuese percibido de manera alterada respecto a la normalidad. La mayor parte de las personas que han sufrido una ECM suelen afirmar que se sentían como si estuviesen fuera del tiempo durante el transcurso de su experiencia. Si pudiésemos movernos realmente fuera del tiempo, ¿qué es lo veríamos o sentiríamos? Si el tiempo se considera una dimensión íntimamente relacionada con las dimensiones espaciales, sería lógico considerar que al encontrarnos en una región hiperdimensional tendríamos una percepción del tiempo semejante a la de los objetos espaciales en esta supuesta cuarta dimensión. 

Es decir, seríamos capaces de percibir acontecimientos que ocurren a lo largo de mucho tiempo y verlos de manera instantánea. 
O incluso ver acontecimientos que han ocurrido en el pasado o en el futuro como si de una misma cosa se tratase. 
Mientras que los objetos del pasado aparecerían de una forma fija, los del futuro aparecerían de forma incompleta. El futuro podría incluir un número de diferentes posibilidades que podrían ir cambiando según la posición del observador.



Algunos aspectos de las ECM parecen ser traducidos de una forma metafórica por los que las han vivido, ya que no pueden explicar con claridad la temporalidad alterada. Por ejemplo, la decisión de volver o no a la vida durante una ECM parece estar asociada con una representación física de unos límites a partir de los cuales ya no se puede volver. En su primer libro, Raymond Moody relata cómo este límite parece ser un brazo de agua, una niebla gris, una puerta, una reja en un campo o simplemente una línea. Todas parecen ser representaciones metafóricas de un punto de decisión a partir del cual ya no se puede volver a la vida. 

En definitiva, una metáfora perceptiva del pasado y del futuro. Según Robert Kastenbaum, en su obra *Consideraciones psicológicas del proceso de morir*: *La muerte no existe en un mundo sin tiempo ni espacio. Ahora Besso =un viejo amigo= se ha ido de este mundo tan solo un poco antes que yo. Eso no significa nada. Personas como nosotros sabemos que la diferencia entre pasado, presente y futuro es tan solo una mera ilusión persistente*. Una vez que se ha pasado la fase extracorpórea, se llega a una fase de intensa luminosidad donde suelen habitar seres o entidades de diversa índole.



En ocasiones son personas por nosotros conocidas pero que fallecieron hace tiempo, tales como familiares o amigos. El conocido investigador Kenneth Ring afirma que el 41 % de las personas que han sufrido una ECM se encuentran con alguna presencia, mientras que el 16 % se encuentra con alguna persona, ya fallecida, a la que quiso en vida. Greyson asegura que de 250 casos de su muestra, hasta un 44 % llegó a encontrarse, durante su ECM, con personas ya fallecidas. En muchos casos se ha atribuido este tipo de experiencias a alucinaciones o a deseos muy íntimos de reunirse con personas muertas. 

Sin embargo, si observamos estudios de personas que han sufrido alucinaciones, lo que suelen percibir es la ilusión de personas que todavía están vivas. Asimismo, si fuese todo ello tan solo un problema de meras expectativas, es decir, de desear ver a determinadas personas que ya murieron, no ocurriría, entonces, la visualización de personas, como de hecho ocurre numerosas veces durante la ECM, que uno desconoce o que, por el contrario, aún viven. Más aún, si todo fuera cuestión de expectativas, entonces también sería difícil comprender por qué muchas de las personas que sufren una ECM dicen volver a la vida terrenal porque echan de menos a los que han dejado atrás.



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viernes, 18 de marzo de 2016

* ¿Qué hay después de la muerte?-Parte 19 *

***Muy buena noche de Viernes para todos.

Aprovechando la enorme necesidad de desconectarme al menos un poquito de la situación local, voy a compartirles un estudio que habíamos iniciado hace un tiempo y que dejé en stand by. 

Los memoriosos seguramente lo recordarán, me refiero a la enrome e interesante investigación llevada a cabo por el español Manuel Sancho Pomés sobre aquello del túnel de luz, de los *regresos* a la vida tras segundos de estar clínicamente muertos, y las eternas preguntas sobre lo que sigue...después de la vida.

Así que entonces vamos a continuar con la entrega Nº 19, ya saben que al pie del post tienen los links a todos los capítulos anteriores.
Espero lo disfruten.

-Una de las aplicaciones prácticas en medicina de la holografía cuántica son las imágenes por resonancia magnética, que los hospitales utilizan de manera rutinaria para obtener imágenes del interior del cuerpo humano. Otra de las estructuras relevantes en relación a la comunicación cuántica holográfica de la memoria es el ADN.
La capacidad de esta molécula para comprimir información de manera holográfica es virtualmente ilimitada y ya fue descrita por Marcer y Schempp en 1996: *El ADN define una firma única y espectral o bien un conjunto de frecuencias sobre el cual, potencialmente, se puede escribir la historia o experiencia total de un organismo viviente*. 

De hecho, el ADN es considerado el medio universal de almacenamiento de información holográfica. Los casi tres billones de pares de bases proteicas contenidas en cada célula humana se asemejan a un enorme almacén de discos duros de ordenador. Sin embargo, un sistema de memoria cuántico holográfico requiere de otro concepto: *energía del punto cero*. La existencia de energías del punto cero se refiere al también llamado *vacío cuántico*. Todo el espacio, incluyendo las áreas entre las partes sólidas de la materia, contiene un potencial de energía enorme.



La materia y la energía se están continuamente creando y destruyendo, emergiendo espontáneamente y desapareciendo de vuelta al campo de energía del punto cero. Los científicos actuales consideran que en este vacío cuántico se encuentra la fuente de la materia y la energía en el universo. Marcer y Schempp describen un modelo cuántico desde el punto de vista dinámico de dicho vacío en relación a un modelo holográfico. Ya que cada partícula emite y absorbe partículas de energía o información que se propagan a través del campo de energía del punto cero, la historia completa de cada partícula se almacena y queda accesible para su posterior recuperación. 

El campo de energía del punto cero ha sido propuesto como un medio de almacenamiento para la memoria en todas las interacciones de partículas, a una escala macroscópica como, por ejemplo, los acontecimientos de una vida humana. En este modelo científico el proceso de la memoria, el cerebro y el sistema nervioso central no se ven como lugares de almacenamiento propiamente dichos, sino más bien como procesos orgánicos que interactúan directamente con el campo de energía del punto cero a nivel cuántico.
Resulta llamativo que la revisión vital parezca estar condicionada según la cultura del sujeto.



Por ejemplo, los aborígenes australianos, los africanos y los nativos del Pacífico o de Norteamérica no parecen presentarla del mismo modo que los occidentales, aunque las diferencias pueden deberse al escaso número de personas entrevistadas y recopiladas en esas regiones, en comparación con la abundancia de casos documentados en el mundo desarrollado. Hay autores, como Butler, que afirman que la revisión vital es algo propio de nuestra cultura occidental y de alguna otra, como la china o la india, y que mantiene una conexión con la búsqueda de la propia identidad. 

Este autor utiliza una metáfora: Igual que un espejo refleja nuestra cara, nuestra memoria sería el equivalente interior a un espejo, el cual nos habla de nuestros orígenes y nos dice quiénes somos, justamente lo que se pierde en algunas enfermedades de tipo neurológico como el Alzheimer, en la que perdemos nuestro yo y acabamos desconociendo quién somos. Este sentido interior de construcción social de nuestra identidad, existe en las principales religiones del mundo, como la cristiana, la islámica o la budista, y revela la existencia de dos mundos, el material y el divino. En alguna de ellas el mundo material es devaluado y existe tan solo como una ilusión que se genera a través del espíritu.



Dentro de este contexto el sentimiento de culpa se genera a través de la interiorización de las normas y de las sanciones sociales. Por ello, la revisión vital no dejaría de ser un análisis íntimo de nuestras vidas y un juicio de valor sobre aquellas cosas en las que pudimos haber fallado, ya que nuestras religiones, y, por ende, nuestras culturas, ligan a la muerte con nuestra consciencia y a la consciencia con lo que sucede en el más allá, por lo que no sería extraño entender que este tipo de experiencias se produzcan, justamente, en los momentos previos a nuestra muerte. Cosa que no ocurre, por ejemplo, en otras culturas, como la de los citados aborígenes australianos. 

Resulta llamativo cómo en la religión hindú la revisión vital no ocurre por sí misma, sino que los que viven una ECM asisten impertérritos al acto de una tercera persona que les lee los acontecimientos que sucedieron a lo largo de la vida. Ya lo dijo Max Weber, en 1965: *Cuando las creencias en espíritus se llegan a transformar en creer en un dios, entonces las transgresiones en contra de la voluntad de dicho dios se convierten en un pecado ético que carga contra la consciencia más allá de sus resultados más inmediatos*.



Las religiones cristianas estan cargadas de referencias en relación a una revisión de la vida al final de nuestros días, similar a las que presentan las personas que se enfrentan a una ECM. Quizás una de las apreciaciones más detalladas respecto este juicio final la describe San Mateo en su Evangelio: *Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda… Aquellos irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna*. 

En el islam también se produce una revisión vital pero, a diferencia de las ECM occidentales, los musulmanes suelen vivir un enjuiciamiento de sus actos. 
Un equipo liderado por Debbie James y Bruce Greyson ha observado que un 79 % de las personas que sufren una ECM presenta fenómenos de distorsión del sentido del tiempo, mientras que un 27 % muestra memoria panorámica. Una vez que la persona ha abandonado el túnel y se ha visto expuesto a la luz y a la presencia de familiares o de una entidad determinada, se produce una revisión de la vida.



Una especie de película que transcurre delante de nuestros ojos, y donde las escenas más importantes desfilan a velocidad de vértigo. Quizás la definición de película no sea la más adecuada, ya que pudiera parecer que es en dos dimensiones sobre una pantalla, pero quizás tampoco las películas de tres dimensiones, tan en boga hoy en día, dieran la adecuada descripción, ya que las personas involucradas son más bien testigos de escenas que se vuelven a repetir delante de sus ojos con todos los ingredientes de la realidad. Se ha visto que no es imprescindible que la persona se encuentre literalmente al borde de la muerte. Respecto a los fragmentos de memoria obtenidos, resulta de sumo interés el estudio realizado por Stevenson, en 1995, analizando aspectos de la memoria panorámica. 

En dichos estudios, realizados en parte sobre publicaciones anteriores y en parte sobre la propia cosecha de los autores, se observa que entre el 84 y el 88 % de las personas que han sufrido una ECM describen las imágenes como muy vívidas. Asimismo, en el estudio se repitió que hasta un 71 % experimentó la sensación de que el tiempo se paraba, mientras que un 20 % notó que el tiempo iba más rápido. Tan solo un 7 % advirtió que el tiempo fuera más despacio.




Según las conclusiones de Stevenson: *El hallazgo más importante de este estudio es la evidencia de una gran variedad de revisiones vitales que puede experimentar el sujeto. La idea generalizada de que se revisa absolutamente toda la vida =panorámica= es falsa, ya que tendemos a creer que sucede en todas las experiencias. No es menos cierto que algunos individuos la sufren de esta manera, si bien la mayor parte no lo hace así*.

Según Elena, que sufrió un principio de ahogamiento, parece que vio correr su vida hasta el último detalle, pero en sentido inverso: *Creo recordar que tendría unos nueve años. Era verano y estaba con mis primos en la piscina del pueblo, nadando. 

Yo no sabía nadar bien y llegó el punto en el que quería llegar a la orilla opuesta para agarrarme y descansar. Tan solo me quedarían dos palmos para llegar cuando de repente me empecé a hundir por el cansancio y yo hacía fuerza para salir. En ese momento sentí que se me agotaban las fuerzas, dejé de respirar y ya no pude sacar las manos fuera. Comencé a sentir una tranquilidad extraña, pero bonita a la vez. Vi pasar toda mi vida en fotos, una tras otra desde la edad que tenía hasta que me veía de bebé, una detrás de otra, y a continuación la luz blanca. 















Recuerdo que para mí el túnel fue ver pasar mi vida en fotos. No recuerdo el túnel negro con la luz blanca al fondo, sino el recuerdo de mi vida en fracciones de segundo, ¡sin escaparse ni un solo año vivido! 
También recuerdo tener la luz blanca delante de mí. Súbitamente, mi primo que estaba a mi lado me sacó del agua. Dejé de sentir esa paz increíble de explicar. 
Tuve la sensación de que se para el reloj, pero todo sigue igual de bien. 
Lo que sí diré es que esta experiencia me marcó de alguna manera. 
Yo no se lo dije nunca a nadie, hasta que a los doce o trece años de edad se lo conté a mi madre. No sabía muy bien lo que había vivido, pero me gustó, aunque de verdad me estaba ahogando*.

Ring observó que las personas que habían sufrido una ECM y que reportaban una experiencia de visión panorámica solían ser en su mayoría sujetos que se habían visto involucrados en accidentes =55 %= más que en otras circunstancias como, por ejemplo, enfermedades o intentos de suicidio =16 %=. Las experiencias son vívidas, rápidas y desconectadas de los mecanismos habituales de evocación. Asimismo, se producen alteraciones en el tiempo y en el espacio, y una sensación de encontrarse fuera de la realidad. Algunos testimonios resultan tremendamente esclarecedores de lo que significa recordar detalles, como por ejemplo: 
*Podía saber hasta la temperatura del aire. 
En ese momento me encontraba en mi etapa de ocho años de edad rodeado de mosquitos. En mi revisión vital podría haber contado hasta los mosquitos que me rodeaban con total exactitud. Todo era más certero de lo que posiblemente podría haber percibido en la realidad del evento original*.



Gilgamesh***

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