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viernes, 10 de abril de 2015

* Estudio Gnóstico de la Sexualidad Humana-parte 1 *

***Excelente noche de Viernes para todos.

Todo en calma con el Sol y sin novedades en el clima espacial.
Buena oportunidad para compartirles un tema que les puede resultar más que interesante y que va a constar de varios capítulos o partes, hoy la primera.
Y en el final, para matizar con la buena música, un tema alusivo.

Stephan A. Hoeller, Ph.D., es autor y conferenciante sobre el gnosticismo, la psicología de Jung, la Teosofía, y otros temas esotéricos. También preside el obispado de Ecclesia Gnóstica y es director de estudios de la Sociedad Gnóstica en Hollywood, California. Sus trabajos en el gnosticismo incluyen : Nueva luz sobre la antigua tradición de conocimiento interno y, Libertad: Alquimia para una Sociedad Voluntaria



-Los seres humanos no sólo son los monos más divertidos, son los más sexy también. En muchos sentidos, somos una especie singularmente dedicada a las relaciones sexuales. Hablamos, escribimos, leemos, bromeamos y discutimos sobre ello, que vestirse y desvestirse para ello, y, dadas las circunstancias favorables, lo practicamos regularmente. Más importante aún, lamentablemente, tenemos innumerables leyes y mandamientos para cuestionar, sancionar, reprimir y de otra manera influir en las acciones sexuales y sentimientos, y hemos ideado penitencias psicológicos de culpa y de vergüenza que vienen a unirse a nuestra sexualidad.
Debido a estas y otras circunstancias, la mayoría de la gente está confundida y desconcertada sobre el sexo la mayor parte del tiempo, y los que profesan no estar así desconcertados, tienden a ofenderse bajo clichés y medias verdades que conscientemente han aceptado, pero que no están en armonía, ya sea con su instinto o su naturaleza espiritual.



No hace falta decir que la cosmovisión gnóstica es una visión del mundo, capaz de dirigirse de manera significativa a esta situación y por lo tanto sugerir maneras espirituales para abordar ésto, en el que hombres y mujeres podrían salir con éxito del desconcierto. El presente ensayo es un intento de sugerir algunas formas gnósticas de ver y hacer frente a la sexualidad, y en ofrecer al lector reflexiones, aunque el autor no está exento de padecer ciertos peligros.
El Psicoanalista Edward Glover sugirió una vez que escribir sobre temas psicológicamente cargados de sexo debe clasificarse como una ocupación peligrosa. Cuando en el curso de tal escritura uno pasa a exponer los motivos inconscientes de algunas personas, un pandemonium es seguro que puede llegar. 
Los individuos psicológicamente expuestos con frecuencia alivian su ansiedad atacando al escritor que, entiende, perturba su paz precaria y sus ideas de la mente.
El antiguo término *Gnosis* tiene dos análogos modernos muy útiles; son las palabras *conciencia* y *significado*. Ambos son de vital importancia para cualquier examen útil de la sexualidad.



Sin la conciencia, en el sentido psicológico, la sexualidad es una mera expresión del instinto: Útil en su dominio, pero sin relación con el desarrollo de la vida, a la experiencia de la plenitud del ser. Con la llegada de la conciencia, todas las experiencias, incluidas las sexuales, adquieren significado. Como conciencia añade un componente muy necesario a la experiencia, por el significado nos trae la experiencia de la totalidad, de la plenitud =Pleroma= ensalzada por los Gnósticos.
Entre la realidad de nuestras vidas vividas en el tiempo y la calidad de la atemporalidad de la vida, entre nuestras experiencias personales y mundanas y el reino que trasciende el mundo tangible, existe una relación *tensional* creativa de los opuestos. El apóstol Tomás, reportando las palabras de Jesús, nos recuerda que el ahorro, o principio de Cristo, siempre viene a nosotros para hacer los dos en uno, para unir lo de arriba con lo de abajo, la izquierda con la derecha, el interior con el exterior, y el macho y la hembra en uno solo.



El agente de reconciliación de todos estos opuestos es lo que significa. Cuando, por el contrario, la tensión entre los polos de la existencia que falta, entonces como CG Jung lo ha expresado, los seres humanos *tienen la sensación de que son criaturas al azar sin sentido, y es esta sensación de que les impide vivir su vida con la intensidad que exige, si es para ser disfrutada al máximo. La vida se vuelve rancia y ya no es el máximo exponente del ser humano completo.
La sexualidad es una de las relaciones de tensión más importantes de los opuestos en la vida. Por lo tanto, es evidente que debe tener importancia, y sí que la tiene.

Gnosis de la Biología

La especie humana es única en muchos sentidos, y no es menor pretensión de tal singularidad en la esfera sexual. El ser humano es el animal más sexual de la tierra. 
No hay otras especies que se reproduzcan sexualmente haciendo el amor con tanta frecuencia, y por lo tanto, el comportamiento sexual satura una gran parte de la vida individual y social de cada hombre y mujer.



Hay una razón biológica para esto. A diferencia de la hembra de todas las otras especies, la hembra humana es capaz de tener una excitación sexual constante. Ella es biológicamente capaz de copular cada día de su vida adulta. Ella puede hacer el amor durante el embarazo, y puede llegar a ser sexualmente activa poco después de tener un hijo. De hecho, ella puede tener relaciones sexuales cuando ella quiera.
Los animales son mucho menos atractivos que los humanos. Todas las hembras tienen un período de calor =estro= durante el cual copulan, y cuando este período ha terminado, ni las hembras ni los machos de la especie practican regularmente el sexo. 
Entre los babuinos y los chimpancés enjaulados uno puede observar alguna actividad sexual fuera del período de calor, como también entre los chimpancés y los orangutanes libres, pero sus actividades sexuales inusuales son mínimos en comparación con el hombre. A diferencia de los humanos, las hembras animales no aceptan machos durante la menstruación, no inician las relaciones sexuales durante el embarazo, y no reanudan su ciclo menstrual antes de que sus crías son destetadas.



Debido a la llamada *ovulación silenciosa* =la ausencia de los signos de calor= de la hembra humana, su fertilidad nunca se anuncia drásticamente. El resultado es que las parejas humanas no saben cuando una mujer está lista para concebir. Con el fin de asegurar la concepción de la descendencia, los seres humanos por lo tanto deben hacer el amor regularmente, incluso más allá del tiempo cuando se ha producido la concepción. Del mismo modo, sobre todo cuando no se prolongue la lactancia, las madres humanas son capaces de reanudar su ovulación aproximadamente seis semanas después de un parto. 
Parece que hay una conspiración inconfundible de la naturaleza dirigida a motivar a los seres humanos para hacer el amor todos los días, por la hembra humana, independiente de todas las otras especies, 
¡es la única diseñada para hacerlo!
La Antropóloga Dra. Helen Fisher, en su libro *El Contrato Sexual* =William Morrow and Co., 1982= traza el desarrollo evolutivo de la situación sexual humana como única. Ella nos dice que el proceso de evolución genética que llevó a la condición actual de la humanidad en cuanto al sexo, se inició hace cerca de 8 millones de años, cuando los seres humanos se acostumbraron a caminar erguidos.



Hembras Protohominidas que dieron a luz a sus crías en un estado relativamente inmaduro tenían una mayor probabilidad de sobrevivir al parto, debido a que el canal de parto más pequeño, desarrollado como resultado de caminar, hacía peligroso el desarrollo de los niños. Las madres, ahora obligadas a cuidar de sus hijos durante un largo período, eran propensas a tener más relaciones sexuales fuera de sus períodos limitados de fertilidad de lo que solían hacer antes, de su evolución. Desde que comenzaron a alimentarse y protegerse más adecuadamente, las mujeres más tendían a sobrevivir en mayor número y por lo tanto pasan sus rasgos genéticos a más descendencia. Así, nuestros patrones actuales de las relaciones sexuales biológicamente ilimitados, entró en vigor.
La Dra. Fisher escribe: *Con el estímulo del sexo constantemente disponible, los protohomínidos habían comenzado el cambio más fundamental de la raza humana. El cambio fundamental consistía en parir a hombres y mujeres más asiduamente que en el pasado. El vínculo de interés sexual constante los mantuvo juntos en compañía de los demás; les hacía dividir sus labores, para compartir el trabajo diario y las alegrías de la vida.



Hombres y mujeres se dieron cuenta de lo otro, emocional y mental, y finalmente intuitivamente como resultado de la fuerza sexual que los ató juntos, crearon un campo de fuerza que no disminuía la tensión dinámica entre ellos.
El sexo se ha convertido en el progenitor de afecto, amor, relación, y sobre todo, la conciencia. A partir de los datos puramente biológicos podemos por tanto inferir con cierta razón, que la venida de la expresión sexual ilimitada se convirtió en la fuente y origen de grandes logros de la conciencia humana que podrían ser, y que no se han cumplido. Las implicaciones de esta visión del pasado, presente y futuro son grandes por cierto, y debe ser evidente para todos.

Continuará...



Gilgamesh***
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